Por: Gerardo
Cantú
La aplicación
actual de especies en los parques y espacios púbicos ha resultado un tanto
reveladora para nuestros ojos, al menos eso se espera de quien visita la ciudad
de manera habitual. Estamos inmersos en un estado de ignorancia total, donde la
mayoría de los implicados en el diseño de paisaje, no se involucran de manera
directa en las verdaderas necesidades sustentables para reproducir espacios
vivos y duraderos.
Ya llevamos más
de media década remodelando y ampliando la ciudad en obras que en su colectividad,
benefician el tránsito solucionando con limitadas posibilidades ingenieriles
las vías, estas obras traen consigo una serie de agregados estéticos que pueden
beneficiar o no el proyecto final, para que el resultado se acerque lo más
posible a los estándares internacionales del urbanismo.
Construcciones
solucionadas a medias, banquetas asimétricas, jardines infértiles. No quiero
exponer una pesimista visión de lo que hoy tenemos como ciudad en construcción,
solo es el momento propicio para entender y renacer de los escombros de la
remendada capital.
Sería injusto
cortar todos los espacios con la misma tijera, pero tomando como punto focal
solo los espacios verdes que combinan especies que difícilmente podrían
afrontar la realidad climática del Distrito Federal en lugares que por
presupuesto, solución o falta de visión; carecen de agua para riego. En su
mayoría son inversiones cuantiosas en las cuales la estética duradera es la que
pierde.
Es recomendable
en varios aspectos del diseño educar a aquellos en los cuales recae la
selección diversa de árboles, arbustos y flores, sugiriendo una paleta no mayor
a 10 árboles, 5 arbustos y 5 especies de flores, que podrían acompañar a esta
ciudad a lo largo de las estaciones y así presentar un crecimiento y madurez
propicio, de este modo podremospercibir una visión moderna de los espacios
verdes.
La
responsabilidad a cargo de quien diseña implica un conocimiento o franqueza
implícita la cual lo acerque a asesorías no impulsadas por la comercialización
de especies convenientes para uno o dos invernaderos, la selección tiene que
integrar especies sanas, fuertes en lugares perfectamente diseñados. De igual
modo el construir los espacios verdes requiere la intención y conocimiento
centrado en la jardinería, la horticultura y sus procesos. Esta actividad es
crucial para la supervivencia de los especímenes colocados, los jardines bien
construidos implican un mayor costo, los jardines de escenografía implican un
excesivo costo.
Algunos ejemplos
de vida y fortaleza de variedades en la capital son las Jacarandas, el
ahuehuete y el liquidámbar, los matorrales para seto propicios son el clavo, el
arrayan y la bugambilia (esta última no requiere demasiada agua), por último,
algunas flores escalonadas por floración podrían ser el kalanchoe, los lirios,
las rosas y las camelias.
Aplicar la
estética del color imprimiendo puntos focales de altura, consiguen armonizar
los espacios grises, devolviendo a nuestra ciudad el conceptual inicio francés
de finales del siglo XIX, no es casualidad los vestigios de belleza sujetados
con hilos todavía en Chapultepec, la Alameda Central, las áreas vivas en el
circuito Ámsterdam, entre muchísimos otros que en la actualidad conservan
algunos árboles antiguos y muy pocos matorrales, los cuales muestran la envestida
de paisaje que el arquitecto de aquellos tiempos visualizó para la posteridad.
Fotografía: cortesía de Gerardo
Cantú
Buen artículo. La responsabilidad de lograr el balance entre estética, funcionalidad y sustentabilidad tiene que recaer en expertos y conocedores del tema, ya que tienen la capacidad de entender las necesidades y brindar soluciones efectivas, las cuales muchas veces son las más simples.
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