Sí bien la
mayoría de los arquitectos encontramos en el pensamiento y la obra de Charles-Edouard
Jeanneret (A.K.A) Le Corbusier (1887-1965), un punto de partida, una contención
y hasta cierto nivel, empatía en el oficio. ¿Cuánto de lo que reconocemos en la
ideología profesional del ídolo nos identificaría con él en el ámbito personal, sin el mito, fuera de nuestra profesión?
Por: Marcos Betanzos @MBetanzos
Una carta
firmada por Le Corbusier en 1960, dirigida a los miembros de su taller
construye un relato y generando un retrato que deja poco espacio para
concesiones al revelar a Charles y descifrar a Le Corbusier. Una carta irónica y
crítica, dictatorial y narcisista que se argumenta a través de un comentario
tan riguroso como obsesivo.
Joya entre palabras que ilustran los otros puntos no publicitados por Le
Corbusier: una nota al
taller que es tan amigable como controladora que nos ubica frente a un ídolo insatisfecho,
al que le era natural afirmar que, “trabajar no
es un castigo. Trabajar es respirar”.