Después de recorrer algunas partes de esa apasionante ciudad, me quedo
con la imagen de una nación que, en gran parte, fue creada por miles de
inmigrantes que la han convertido, en muchos sentidos, en la capital del mundo.
Es en ese lugar donde, sin desplazarnos grandes distancias y auxiliados por los
emblemáticos taxis amarillos, podemos admirar tal cantidad de obras de arte,
diseño, moda, conciertos y espectáculos, que no encontraríamos parangón en
ningún otro lugar del mundo; se puede ver, escuchar y degustar, prácticamente
de todo; uno puede ser testigo de la acción sublime a la ridícula en unas
cuantas horas.
En estos momentos, volando de regreso a casa, quiero compartirles mi visión de una faceta que adquiere esta ciudad en esta época particular del año. Definitivamente, no es lo mismo visitar Nueva York en verano que en diciembre, y la diferencia está muy distante de ser únicamente el clima. El frío y la nieve generan un ambiente muy singular, pero lo más especial es observar cómo visten a la ciudad de fiesta.
En una sociedad donde se vive un consumismo desbordado, decorar las calles, las avenidas y los edificios es parte importante de la mercadotecnia. Pero, haciendo caso omiso de la falta de rectitud, puesto que se aleja del sentido de la verdadera celebración decembrina, no se puede negar lo atractiva que luce la ciudad de Nueva York en esta temporada. A pesar de la multiplicidad de culturas, gustos y tradiciones que se albergan en esta ciudad, en estas fechas hay un factor que unifica la experiencia de recorrer sus calles, de visitar prácticamente cualquier establecimiento: los adornos navideños.
Cartier. |
Me llama la atención que estos adornos se hayan ido sofisticando con el paso de los años; no dejo de pensar en que es algo cada vez más elaborado que se planea con gran anticipación, que se estudia y analiza para definir un concepto de la producción navideña de varios de los grandes almacenes y de las marcas más conocidas, igualmente que de las no tan posicionadas.
En muchos hogares del mundo, el árbol de navidad, hermosamente decorado, trae recuerdos entrañables a los mayores, gozo del presente a los jóvenes y esperanza a los más pequeños. El gigantesco árbol que colocan en Rockefeller Center, clásico de la ciudad en esta época (con su pista para patinar y los ángeles con trompetas, y las miles de luces que instalan en los árboles ya sin hojas), de alguna manera “empequeñece”la ciudad y la convierte en un enorme hogar que arropa a locales y a extranjeros, al rico y al pobre, al esperanzado y al solitario.
Desde la quinta avenida, a la altura de la calle Central Park South, donde se encuentra el legendario Hotel Plaza (con sus coronas y guirnaldas gigantes y su fuente llena de pinos naturales con luces amarillas), comienza hacia el sur de Manhattan el recorrido de grandes tiendas, de marcas reconocidas internacionalmente con fachadas que sostienen montajes fascinantes.
En muchos hogares del mundo, el árbol de navidad, hermosamente decorado, trae recuerdos entrañables a los mayores, gozo del presente a los jóvenes y esperanza a los más pequeños. El gigantesco árbol que colocan en Rockefeller Center, clásico de la ciudad en esta época (con su pista para patinar y los ángeles con trompetas, y las miles de luces que instalan en los árboles ya sin hojas), de alguna manera “empequeñece”la ciudad y la convierte en un enorme hogar que arropa a locales y a extranjeros, al rico y al pobre, al esperanzado y al solitario.
Desde la quinta avenida, a la altura de la calle Central Park South, donde se encuentra el legendario Hotel Plaza (con sus coronas y guirnaldas gigantes y su fuente llena de pinos naturales con luces amarillas), comienza hacia el sur de Manhattan el recorrido de grandes tiendas, de marcas reconocidas internacionalmente con fachadas que sostienen montajes fascinantes.
Para mí, este año, uno de los decorados más espectaculares fue el de Tiffany, con una fachada generosamente decorada con ventanas blancas y sus pequeños escaparates elegantemente adornados con temas alusivos a la Navidad. Cartier se lució con millones de luces, pantallas en los aparadores y sonido. Por supuesto, parte protagónica de esta celebración visual la enarbola Saks Fifth Avenue que, con su ya tradicional espectáculo de luz y sonido, sobre su fachada, logra que la gente se congregue a sus alrededores, a tal grado que avanzar caminando por la acera de enfrente se torna, en ciertos momentos, simplemente imposible.
Pero, más que las grandes firmas, me atrapa todo lo demás que ocurre en las calles: las guirnaldas de pino natural con piñas y listones, las coronas que colocan en los edificios, el Santa Claus con un niño boquiabierto en sus rodillas, la música navideña de Bing Crosby, las castañas calientitas en las esquinas, la sensación de la nieve flotar por el ambiente…
Los museos no se quedan atrás en tomar parte de esta celebración. En el Met Museum montan un gran árbol navideño con un nacimiento renacentista, verdaderamente espectacular; y en el Museum of Arts and Design, conforme a su vocación innovadora, colocan adornos muy conceptuales, verdaderamente distintos.
Los espectáculos y conciertos igualmente son fascinantes. De gran calidad, entreteniendo y apto para toda la familia, el Christmas Spectacular en el Radio City Hall es un evento en verdad inolvidable, con una producción cada vez más elaborada y sorprendente. No se diga la emoción que da ver a las pequeñas niñas, con la ilusión de ser las futuras “Pavlovas”, vistiendo un tutú y un abrigo de colores alusivos a la temporada, en camino a las fabulosas presentaciones del Cascanueces en el Lincoln Center.
Un espacio de especial refinamiento arquitectónico, con matices de la nostalgia de tiempos pasados, es el WashingtonSquare Park, rodeado por la New York University en el sur de la isla que, entre muchas decoraciones especiales, cuenta con un árbol de navidad de más de seis metros de altura.
Me gusta esta ciudad por todo lo que ofrece. La veo como una oportunidad de enriquecimiento personal y profesional; siempre se aprende de una visita a Nueva York. En estas fechas en concreto, me cautivo una vez más con tantos, tan diversos y originales adornos navideños que podemos apreciar por todas partes.
Tiffany & Co. |
Independientemente de la creencia que cada quien profese, estas fechas son un especial recordatorio a todos los hombre de buena voluntad del mundo que el valor de la vida está más allá de lo material, de lo tangible, de lo intercambiable… y que lo que finalmente celebramos en esta ocasión es el amor.
“I want to wake up in that city that never sleeps”… Frank Sinatra.
¡Feliz Navidad!
Fotografías: cortesía Mariangel Coghlan
http://mariangelcoghlan.blogspot.mx
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