La historia de lo que hoy se conoce como
Plaza de la Paz podría comenzar a escribirse con la llegada del Papa Francisco
a la ciudad de Morelia, ocurrida el 16 de febrero de 2016. La visita del
representante de la iglesia católica a la capital michoacana trajo consigo el
acto simbólico de bendecir un árbol (Pirul), y la encomienda de ser plantado en
el atrio de la Catedral de la ciudad, lo cual resultó imposible.
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© PRAXIS
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Por Marcos Betanzos @MBetanzos
El árbol, primero peregrinó, después se
“conservó bajo cuidados exhaustivos” en un vivero hasta encontrar su lugar
definitivo para colocarlo en un arriate expresamente solicitado. Sin embargo,
la visión de quien tenían a cargo diseñar este elemento fue otra más ambiciosa:
detonar -a partir de su colocación- un sitio en abandono limitado por la
avenida Héroes de Nocupétaro, ubicado dentro de en una de las zonas rojas de la
ciudad que articula estratégicamente parte del centro histórico con la zona
industrial, perteneciente a una antigua fábrica de aceite (Tron Hermanos) que
desde hace años no tiene actividad y que posee bajo concesión este sitio.