DESDE EL PARALELO 25.6751 La Ciudad y la Obra Pública


“…la estrategia debe encaminarse a dejar de ser oasis de espacio público de calidad en el desierto urbano. El verdadero éxito del programa* provocaría el tránsito de estos sitios de ser excepcionales a convertirse en la regla, y con ello mejorar la manera en que se viven las ciudades mexicanas.”
León Staines Díaz
*Refiriéndose al Programa de Mejoramiento Urbano de la SEDATU

Por: Carlos Ortiz, arquitecto

En una época donde las prisas han inundado casi la totalidad de la actividad humana, la construcción de la ciudad no ha sido la excepción en esta cultura de la rapidez en la ejecución de todo. El acelerado crecimiento de nuestras urbes sobrepasa los tiempos de toda planeación, las decisiones deben tomarse de manera acelerada tratando de estar dentro de los cortos tiempos que hoy nos dicta nuestro actuar diario. Incluso el soporte para la vida comunitaria de nuestras ciudades, la obra pública, no se salva de estos tiempos extremadamente cortos de ejecución ya que está supeditada a períodos sexenales o trienales desde su concepción hasta su primer día de uso por los ciudadanos. Buscando economizar tiempo para poder desarrollar más obras los gobiernos y los actores involucrados fueron reduciendo los tiempos destinados para la ejecución del proyecto arquitectónico y en algunos casos éste ha sido prácticamente eliminado, integrándolo al proceso de construcción. La arquitectura y el arquitecto desaparecieron poco a poco de la escena y sólo hemos sido tomados en cuenta para la obra emblemática de las ciudades por razones que nada tienen que ver con nuestro verdadero papel en la sociedad.

Así pasamos a ser un país donde a mediados del siglo XX la arquitectura de calidad era protagonista en la construcción de hospitales, bibliotecas, escuelas y demás edificios y espacios públicos para la vida comunitaria, a terminar teniendo en nuestras ciudades construcciones de carácter público “grises”, similares en todas la ciudades del país, desvinculadas de su contexto, sin resolver plenamente las necesidades de los ciudadanos que las utilizan, y sin la más mínima calidad arquitectónica que podría darnos un proyecto bien planeado. Éstas en el mejor de los casos han sido diseñadas con muy poco tiempo dentro de las dependencias gubernamentales por personal que debe ocupar su tiempo en gestionar y coordinar decenas de obras en ejecución, por lo que dedican muy poca atención al diseño limitándose a acomodar de cualquier manera un listado de espacios bajo un tope presupuestal y una superficie de construcción. El resultado: cajas blancas con ventanas sin sentido, el nombre del lugar rotulado sobre la puerta y una enorme placa de bronce anunciando el día de inauguración con el nombre del gobernante en turno.

Además los colegios de arquitectos, que son los organismos que deberían defender nuestra profesión y velar por que no se hubiera perdido la participación de los arquitectos en la obra pública, no han hecho la labor de mantenernos vigentes en este rubro, ya que en lugar de vigilar las modificaciones a la ley de obra pública, participar en la formulación de programas de inversión de obra, estar presente en la planeación de las carteras de proyectos a desarrollar y mantenernos en capacitación sobre cómo debemos estar preparados técnicamente para enfrentar éstos, se han dedicado a cualquier otra cosa que poco tiene que ver con esto.


Ante este panorama desalentador dos casos recientes deben ser visibilizados y tomados como punto de partida para reivindicar la participación del arquitecto en la obra pública nacional. Me refiero a lo que sucede a nivel local en el municipio del área conurbada de Monterrey: San Pedro Garza García y a nivel federal con el Programa de Mejoramiento Urbano de la SEDATU. Ambos, con el gran tema del tiempo encima, se han dado a la tarea de incluir a la buena arquitectura como motor de cambio y como eje central de sus programas para aportar beneficios a la comunidad donde se interviene. Hoy, luego de dos años se pueden ver resultados muy favorables y sorprendentes ya que no hablamos de una obra emblemática diseñada por un arquitecto de fama, sino de todo un sistema de proyectos desarrollados por un colectivo de profesionales que han dado una gran respuesta con la calidad arquitectónica de los mismos.

San Pedro Garza García, el espacio público como eje central.

Hace más de dos años -siendo Alexandre Lenoir presidente del capítulo Monterrey de la Academia Nacional de Arquitectura y quien esto escribe del Colegio de Arquitectos de Nuevo León respectivamente- lanzamos un video dirigido a los candidatos a alcaldes con diez puntos a tomar en cuenta para mejorar nuestras ciudades donde la calidad arquitectónica de la obra pública debía tomar relevancia. Una vez que Miguel Treviño de Hoyos fue electo alcalde de San Pedro nos recibió en su casa de campaña para escuchar con detenimiento nuestra propuesta y ya que tomó posesión fuimos llamados por su Secretaría de Obras Públicas, Yadira Medina, para escucharnos nuevamente y explicarnos un programa de inversión en obras para el municipio sin precedente que incluía bibliotecas, centros comunitarios, guarderías, espacios deportivos, parques, plazas, banquetas, y otros donde había considerado la participación del gremio en la planeación de estos.

En un municipio con 125 mil habitantes los cuales poseen 250 mil automóviles el alcalde tomó el reto de tener como eje rector la mejora del espacio público para invitar al ciudadano a caminar y utilizar la ciudad a pie, además definió que todo el municipio debía tener la misma calidad de obra sin importar la condición social de sus habitantes. Tuvo muy claro que para lograr ese espacio público de calidad debía dar un cierto tiempo al desarrollo del proyecto y realizarlo con profesionales que aportaran ideas innovadoras y propositivas que fueran más allá del simple acto de construir; con esto su equipo de la Secretaria de Obras Públicas se volvió más eficiente ya que se dedicó íntegramente a la labor gerencial y de coordinación de los proyectos.


Hoy en la recta final de su gestión recién inauguró un parque de beisbol diseñado por Nuñez+Zapata Estudio, y está por abrir al público un parque proyectado por Mario Schjetnan, otro por Teresa de la Garza, uno más por Diego González Alanís, la academia de policía de Alexandre Lenoir y muchos otros más de diversas escalas distribuidos en todas las zonas del municipio con especial énfasis en las zonas más vulnerables, olvidadas históricamente por administraciones pasadas. En la diversidad de obras a punto de ser concluidas se nota que hay un claro estudio del contexto y una calidad de diseño que sólo veíamos en proyectos muy puntuales y esporádicos en la zona metropolitana de Monterrey.

Programa de Mejoramiento Urbano de la SEDATU
la arquitectura como vehículo de transformación social.

“El Programa de Mejoramiento Urbano es la apuesta por una nueva política de infraestructura social, con su objetivo de obra pública de buena calidad, con diseño acorde a la región que se interviene y con impacto a gran escala, siempre actuando en lo local."
Román Meyer Falcón

El caso a nivel federal es sumamente interesante y relevante para la arquitectura, al tener un impacto nacional y estar enfocado a atender comunidades con mayores rezagos en materia de obra pública y por ende con infinidad de problemas sociales. El titular de la dependencia, arquitecto de profesión, Román Meyer Falcón, se ha dado a la tarea de involucrar a sus colegas, que junto a su equipo de coordinación de proyectos y obras, acciones sociales y activación comunitaria han dado forma ya a más de 450 obras en distintas regiones del país.

Por años, en las ciudades de nuestro México se han dado las condiciones para existan comunidades en sus periferias desprovistas de infraestructura básica, equipamiento urbano y espacio público a las cuales, si bien les iba, se invertía un poco en la pavimentación de las calles, se acomodaban juegos prefabricados sin sentido en un terreno llano al cual además se le construía un cuarto básico que tenía la intención de ser equipamiento pero en la mayoría de los casos permanece sin uso. El Programa de Mejoramiento Urbano se enfoca precisamente en corregir esas carencias en aquellas comunidades con condiciones de habitabilidad precaria, a donde la infraestructura y el equipamiento urbano no ha llegado. Esto mediante un proceso complejo y muy completo que va del diagnóstico de la problemática hasta el apoyo a las comunidades para la activación de sus nuevos espacios públicos.

En un país acostumbrado a que la obra pública realizada con recursos y programas federales se hiciera de cualquier manera, donde la calidad de diseño nunca fue importante, resulta muy significativa la gran variedad y diversidad de proyectos con sellos muy distintivos cada uno. Si revisamos el primer catálogo de proyectos “La Transformación de México desde sus Ciudades” (*link al catálogo) en las intervenciones ahí publicadas podemos ver materiales de la región, reutilización de edificaciones existentes re dignificadas, cubiertas novedosas y bien diseñadas en espacios deportivos, atención al diseño de paisaje, una visible integración al contexto y un adecuado diálogo entre los proyectos de una misma comunidad. Este es un interesante documento que muestra centros de desarrollo comunitario, mercados, polideportivos, casas de la cultura, guarderías, escuelas, parques, jardines, banquetas y calles, plazas cívicas, centros de salud, teatros, entre muchas tipologías más donde es visible la mano de los profesionales de la arquitectura. El rezago es enorme, así que hay mucho trabajo por hacer a fin de paliar las desigualdades usando la arquitectura como herramienta para la transformación.


Podemos partir de estos dos ejemplos para que, en conjunto arquitectos y dependencias encargadas de la ejecución hagan que se convierta en la regla y deje de ser la excepción. La participación de nuestra disciplina es indispensable en la construcción de nuestras ciudades y estas dos entidades de gobierno lo tienen claro, por lo que debemos buscar incentivar a otras dependencias a que se apoyen en nuestra profesión para el desarrollo de su proyectos, tenemos que buscar mecanismos para aumentar la participación de los arquitectos y trabajar directamente en la reforma de las leyes que hagan que esto se convierta en la manera de realizar la obra pública que el país requiere. Sobre todo, enfocándonos en  atender la falta de infraestructura pública en las zonas más vulnerables de nuestras ciudades.

Fotografías:

1.- Parque Mississippi, San Pedro Garza García, N.L. (fuente)

2.- Deportivo Humberto Valdez, Reynosa, Tamaulipas, PMU de SEDATU (fuente)

3.- Parque de Beisbol Mala Torre, San Pedro Garza García, N.L. (fuente)

4.- Espacio Público en Chimalhuacán, PMU de SEDATU (fuente)

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