Proyecto ganador de la categoría: Hoteles en el IX Premio de Interiorismo Mexicano PRISMA celebrado en el marco de Habitat Expo 2020 en la Ciudad de México.
Originalmente el Edificio España, un edificio icónico de
1924 en el Centro Histórico de la Ciudad de México que albergaba los despachos
de contadores y abogados más importantes de ese momento, se volvió, con el paso
del tiempo, un edificio que quedó en el olvido. Fue en 2017 cuando este
inmueble se recuperó y cambió su programa para transformarse en el Hotel
Umbral.
Desde el acceso se puede percibir cómo se mantuvo la esencia
del edificio, también, se aprovecharon los corredores circundantes para definir
el funcionamiento del hotel. La arquitectura y el interiorismo fueron respetuosos
con la estructura al conservar el uso y el partido arquitectónico original.
Cada habitación cuenta con un «umbral», un espacio de
transición oscuro con una luz escenográfica que recibe al huésped e involucra
sus sensaciones. Este elemento dio base al concepto y nombre del hotel. A
partir de esta primicia indispensable de diseño se desarrollaron los interiores
de las habitaciones y, además, replicó el uso del «umbral» en el lobby para crear
transiciones entre diferentes áreas del hotel: del acceso principal, en una
calle ruidosa y llena de movimiento, pasas al lobby, un espacio sereno de color
negro y con una celosía en color dorado que da luz y profundidad al espacio,
después, pasas de este ambiente sutil a las escaleras principales, un lugar
amplio y luminoso.
Por otro lado, la materialización de cada habitación
comienza en el «umbral», un espacio íntimo y silencioso de colores oscuros, con
luz tenue, olores amaderados y un juego de texturas en los muros. Esta área
cuenta con mobiliario que le permite funcionar como una oficina personal o como
una zona de ocio. Una vez que atravesamos el «umbral», por medio de una luz
tenue y una placa dorada, entramos al área de dormir, la cual contrasta con el
primer espacio al ser pulcra y luminosa. Por su lado, el baño de cada habitación
se pensó como un «cuarto de baño» con un carácter y protagonismo propio que
cuenta con la misma pulcritud que el área de descanso.
El diseño del mobiliario principal en todo el hotel, parte
del funcionalismo de los años veinte. De este movimiento se tomó la
racionalización del diseño en conexión con su función y sólo subsiste aquello
que el usuario necesita para habitar el espacio. En las habitaciones, piezas
como el clóset, al ser una representación contemporánea del ropero, fueron
diseñadas con especial cuidado al detalle, mientras que el mueble de baño fue
pensado para ser el protagonista del espacio.
El interiorismo buscó generar un juego de claroscuros que
brinda escenas contrastantes y, por lo tanto, generan en el huésped una
experimentación multisensorial: pasa de la oscuridad a la luz, del bullicio de
la ciudad a la relajación. Es una experiencia kinestésica. Es un juego entre el
pasado y el presente del lugar.
Con información proporcionada por el autor.
Fotografía: Rafael Gamo / Onnis Luque
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