Desde las aulas (Parte II)



Por: Marcos Betanzos*  
¿Qué simboliza esta constante lucha de unos dioses contra otros?. Anónimo. 
En la primera entrega de este texto señalé diversos temas que desde mi punto de vista cobran relevancia en el futuro desempeño profesional de los arquitectos en formación; mencioné aspectos que me parecen fundamentales, como la competencia y el compromiso ante la disciplina, así como el clientelismo de las instituciones de educación superior y la innegable realidad de no ver por ningún lugar el impacto que los arquitectos desean o deberían tener ante la sociedad.

He mencionado en otras ocasiones la gran debilidad gremial que se posee, la falta de un sistema transparente de participación equitativa ante el desarrollo de proyectos de carácter público, el negocio que representa para muchas escuelas no calificadas “enseñar” arquitectura, el gran velo de negligencia y desconfianza colectiva que nos han dejado casos como La estela de Luz (no en primera instancia pos sus autores, sino por todo lo que implicó su realización), el canibalismo que caracteriza al medio y la competencia desleal, esa que incluye al maestro de obras que sabe y puede “dibujar unos planos” o el sinfín de changarros/papelerías/despachos que ofertan proyectos arquitectónicos a diestra y siniestra en las inmediaciones de cualquier palacio municipal o delegación, muchos de ellos dirigidos por topógrafos, ingenieros civiles y hasta médicos.

¿Es tarea pendiente advertir a los arquitectos en formación de esta realidad o es algo con lo que ellos deben encontrarse por sí mismos? ¿Con qué herramientas lo harán si difícilmente se abordan estos temas? En mi caso, muy pocas veces he presenciado una conferencia donde se hable de fracasos y de intentos fallidos, de frustraciones o las dificultades que implican los factores antes mencionados, en las aulas menos. Eso sí, las historias de “éxito” siempre dominan la escena y salen a la superficie exclusivamente por superficiales en la mayoría de los casos. 


Abordar temas incómodos no es la especialidad de ningún rockstar, ¿cuándo se ha visto a una estrella pop hablar de filosofía con la mínima dosis de sensatez?. Si el secreto del fetichismo hacia la mercancía radica en una determinada forma de producción, merece un interesante ejercicio de análisis conocer con profundidad lo que implica producir arquitectura; saber con certeza ¿cuántas personas trabajan en un proyecto? ¿cuántas de ellas perciben un salario por colaborar en una comisión contratada? ¿qué prestaciones, derechos y obligaciones laborales posee un arquitecto en funciones? ¿el escenario es idóneo para desempeñarse profesionalmente en este campo laboral?

Así se podrían mencionar diversas aristas que producen contrastes significativos: desde la legalidad con la que debería de vincularse las herramientas de producción como las licencias del software, por ejemplo, hasta la subcontratación de otros despachos de menor escala o la negativa de otorgar el crédito a todos los integrantes de un equipo de proyecto, la asesoría y el marco legal de las empresas, así como la explotación de becarios o el respeto a los derechos de autor… la lista, obviamente es interminable.

 
Es imposible generalizar, pero debe señalarse que muchos de los arquitectos que buscan o dicen trabajar para la sociedad entienden ese ideal como una frase de relleno, como un campo lejano. Al término sociedad, lo visualizan como un grupo diferente a ellos, una región a la cual no pertenecen. Algo habrá de verdad en esa idea concebida, porque muchos arquitectos al interior de sus oficinas no se exigen el mínimo respeto a los recursos humanos que dan sustento a su consolidación como referentes del gremio. Ese respeto y derechos que niegan, son los mismos que exigen hacia el exterior, dicho sea de paso algunos son con precisión, solicitudes expresas de consideraciones de status, nada más.  

La arquitectura construye burbujas, produce espejismos, causa ceguera, enaltece la obstinación y el uso de monólogos que simulan profundas conversaciones. Construye fronteras más que en lo físico, en lo mental. ¿Alguien advierte de esto desde las aulas? 


*Marcos Betanzos, es arquitecto, fotógrafo y escritor independiente. Becario del Sistema Nacional de Jóvenes Creadores FONCA 2012-2013 en la disciplina de Diseño Arquitectónico.

Fotografía: Marcos Betanzos

@MBetanzos

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