Por: Eugenia González @EugeniaGG y Lorenzo Díaz @lorenzodiaz
“Sigo creyendo en la arquitectura como servicio, creadora de cultura, forjadora de identidad y promotora de justicia. Sigo creyendo en la ciudad como la mayor inversión del espíritu humano, original, radical e inacabable, productora de un mundo que debe acercar a la felicidad”, Fernando González Gortázar.
El pasado 21 de noviembre hicimos un fantástico viaje a Guadalajara con el propósito de acompañar a nuestro entrañable (y usamos una palabra muy de él) amigo Fernando González Gortázar en la entrega del Doctorado Honoris Causa, que le concedió su alma mater la Universidad de Guadalajara.
En el espléndido marco del Paraninfo Enrique Díaz de León, bajo los espectaculares murales de Orozco la ceremonia transcurrió en medio de acertados elogios a la fructífera carrera de Fernando. Con un auditorio lleno a su máxima capacidad y rodeado de familiares, queridos amigos, colegas y una muy representativa mezcla de académicos de la Universidad de Guadalajara y figuras de la política y la sociedad de la ciudad, Fernando pronunció un muy profundo mensaje que mostró, con detalle, su rica y compleja personalidad y su inquebrantable ética profesional.
Siempre hemos
admirado a Fernando, admiramos su clara visión sobre la arquitectura y la
escultura que practica con magistral capacidad. Admiramos sobre todo su tesón
por defender, sin el más mínimo compromiso, las ideas que forman su silabario,
con las que escribe el diccionario con el que ha sabido definir arquitectura y
escultura como pocos en México.
Para Fernando este fue un momento muy emotivo, un hito en su carrera y un claro aliciente para seguir creyendo en lo que siempre ha creído. De manera más importante creemos que el nombramiento de Fernando, como Doctor Honoris Causa, es un acierto. Honrándolo, la Universidad de Guadalajara nos ha puesto un claro ejemplo a lo que se aspira en el mundo universitario: a la felicidad plena en la realización de una profesión con una ética inquebrantable.
Para Fernando este fue un momento muy emotivo, un hito en su carrera y un claro aliciente para seguir creyendo en lo que siempre ha creído. De manera más importante creemos que el nombramiento de Fernando, como Doctor Honoris Causa, es un acierto. Honrándolo, la Universidad de Guadalajara nos ha puesto un claro ejemplo a lo que se aspira en el mundo universitario: a la felicidad plena en la realización de una profesión con una ética inquebrantable.
Fernando,
querido amigo entrañable, ejemplo de vida ¡Enhorabuena!
Fotografías: Lorenzo Díaz
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