¿Para qué un arquitecto?



Por: Marcos Betanzos* @MBetanzos
Desde hace unos años la Sociedad de Alumnos de Arquitectura de la Universidad Iberoamericana, se ha dado a la (nada fácil) tarea de convocar y organizar el FORO ENTRE, un espacio donde estudiantes de arquitectura y profesionistas del medio se reúnen a conversar, discutir y analizar las diferentes aristas de nuestra profesión. El evento representa la oportunidad no sólo de hacer mención de las diversas tipologías realizadas o exploradas desde el desempeño laboral, sino aproximarse a la observación crítica de todos los rubros que la disciplina involucra y que influyen inevitablemente en ella.





Teniendo un cuestionamiento que da origen y estructura al evento, los organizadores han instrumentado una técnica de exploración basada en escudriñar los sistemas de producción, los vacíos legales, los factores que influyen de forma política o económica en el espacio (construido o gestionado); van de lo general a lo particular pero no en sentido lineal, más bien por resonancias de ideas y a través de prácticas tan disimiles como su grado de experiencia y rubros de actuación.

Quienes actuaremos como ponentes y moderadores de diversas mesas redondas (Axel Arañó, Alejandro Hernández Gálvez, Frida Escobedo, Alejandro Sánchez, José María Nava, Juan Carlos Cano, Arturo Ortiz Struck, Fernanda Canales, Gerson Huerta, entre otros), tenemos la interesante misión de cruzar perspectivas y comprender por qué la percepción de nuestro papel como arquitectos en la sociedad, cada vez más se vuelve una terminología abstracta llena de prejuicios y con demasiada obsolescencia que incluso da pie a la afirmación (quizá correcta y contundente) de que el gremio es “un mal necesario”.

El planteamiento y su inevitable carácter inquisidor, no resultan para nada ociosos. Son oportunos, están abiertos y adquieren sentido no necesariamente por la obtención de respuestas precisas, sino por todo aquello que se puede revelar a través de asumir una postura llena de inocencia o cargada de perspicacia en el gran ejercicio que resulta estructurar una buena pregunta, como es el caso.


Debemos recordar que las preguntas actúan como generadores y organizadoras del saber, del conocimiento. Así, éstas despiertan nuestro deseo de conocer cosas nuevas, nos ayudan a reflexionar sobre el propio saber y el proceso de aprendizaje. Las preguntas, en definitiva, dan sentido a la educación. Y de ahí a la comprensión de que ésta no se reduce a una etapa de formación académica. 

Si bien es cierto que ni el problema ni la pregunta son conocimientos, debemos reconocer que, por el contrario, son reconocimientos de ignorancia, estímulos inevitables que abren espacio al conocimiento, provocaciones para esclarecer ideas, posturas o prejuicios. Mecanismos que impulsan a ir más allá de lo que sabe. La inteligencia no es, por tanto, la capacidad para resolver problemas, sino, sobre todo, la capacidad para plantearlos. Dice bien José E. Marina.


Mañana y hasta el día domingo tendrá lugar el FORO ENTRE en la Ciudad de Oaxaca, puedo asegurar que después del evento nos seguiremos preguntando ¿Para qué un arquitecto? De este modo, secundo la afirmación de que preguntar es una manera de filosofar. Pero como se sabe, en filosofía, no toda pregunta es filosófica y en arquitectura habrá que ver… Por ello, no está de más reiterar que en la aparente “inutilidad” de las preguntas, se encuentra y descubre –a veces- la verdadera “utilidad” de las cosas, el despertar de lo que existe en la realidad.

La oportunidad es inevitable: la habilidad de construir preguntas estimulan la inteligencia del otro. A partir de ahí, veremos cuál es el puerto de llegada de este encuentro.

*Marcos Betanzos, es arquitecto, fotógrafo y escritor independiente. Becario del Sistema Nacional de Jóvenes Creadores FONCA 2012-2013 en la disciplina de Diseño Arquitectónico. 

Fotografías: cortesía de Marcos Betanzos



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