El diseño de lo cotidiano



Por: Marcos Betanzos @MBetanzos
“Cada uno de nuestros objetos prácticos está ligado a uno o varios elementos estructurales, pero, por lo demás, todos huyen continuamente de la estructuralidad técnica hacia los significados secundarios, del sistema tecnológico hacia un sistema cultural”. Jan Baudrillard.





Alejada de toda la superficialidad que invade el mundo del diseño con las firmas de autor, la frivolidad de los creadores y las marcas o la argumentación insistente pero débil de pretender hacer popular el mundo del diseño, el colectivo somosmexas presentó y abrió al público en ATEA (Espacio de experimentación visual, arquitectónica y sonora del colectivo) la exposición “El diseño de lo cotidiano”, misma que estará abierta hasta el 2 de noviembre próximo.

En ella se hace una revisión particular a siete objetos de uso común que forman parte de la cotidianidad del barrio de la Merced, el corazón de la Ciudad de México. Se incluyen los siguientes objetos: un cajón para lustrar zapatos, un “diablito” de carga, una máquina para hacer tortillas, un exprimidor de naranjas, un molcajete, un exprimidor de limones y un anafre de patas. 

 
Objetos que de alguna u otra forma mantienen un vínculo de carácter cultural o emotivo con todos nosotros; objetos capaces de significar algo más que la cotidianidad de la vida; artefactos tan sofisticados que por populares han sido reducidos a herramientas de trabajo elemental; objetos que tienden puentes entre el pasado y el presente, que siempre “han estado ahí”, esperando ser mirados como instrumentos capaces de suscitar emoción y belleza.

El trabajo de somosmexas logra sin pretensión y sin clichés dar espacio a la mirada atenta de quien aprende a observar una escena cotidiana y particulariza su encanto; la posibilidad de dar reconocimiento a la eliminación del sufrimiento en las tareas domesticas que históricamente y poco a poco, se han consolidado en los territorios del confort, de la informalidad y de la vida de un barrio que puede ser muchos barrios al mismo tiempo.


De este modo, con una serie de dibujos que describen de las piezas ahí exhibidas cada componente, dimensiones o ángulos del mismo modo en que se representan los proyectos arquitectónicos (plantas, secciones, alzados, isométricos), así como una cita textual extraída de entrevistas sostenidas con los usuarios y la presentación física del objeto, el discurso del valor del diseño recae para bien en el anonimato de quienes reflexionaron perfeccionando estos artefactos  colmados de ingenio. Se reconoce así el valor del diseño en función del beneficio y de su conexión social y no del fetichismo comúnmente invocado.


Ante el universo de posibilidades, podrá decirse que son pocos objetos los que ahora se muestran pero por fortuna el estudio no ha llegado a su fin y da para más. Por lo pronto, parte de esta visión ha comenzado a trasgredir nuestras fronteras. Queda espacio para un buen trabajo editorial que valdría la pena tener para profundizar más ampliamente.

“No es menos bella una forma hecha a máquina que una hecha a mano”. Lo dijo Clara Porset.


¡No se la pierdan!

Fotografías: Cortesía de Moritz Bernoully

 *Marcos Betanzos, es arquitecto, fotógrafo y escritor independiente. Becario del Sistema Nacional de Jóvenes Creadores FONCA 2012-2013 en la disciplina de Diseño Arquitectónico.

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