Diego tuvo muchos amores, dos de ellos siempre fueron su colección de piezas prehispánicas y el Pedregal de San Ángel.
Por: Lorenzo
Díaz @lorenzodiaz
A lo largo de
su vida profesional Diego coleccionó una cantidad importante de piezas de arte
prehispánico, algunas de ellas extraordinarias. Se sabe que estaba dispuesto a
pagar cifras estratosféricas por un buen lote y no fue rara la ocasión que un
vivales se pasara de listo con él. Aún así logró reunir un acervo notable y de
grandísimo valor, a sabiendas de esto siempre amasó el sueño de donar estas
piezas al pueblo de México y hacerlo en un museo exprofeso para ello.
La aventura del
Anahuacalli, el centro cultural donde Diego y Frida canalizaron todas sus
fuerzas para hacer posible esta visión, es una de grandes peripecias, anécdotas
y de extraordinario resultado. Hoy en día ese espacio está a cargo del Banco de
México siguiendo las instrucciones que sus fundadores depositaron en uno de los
cuatro fideicomisos que el banco tiene con propósitos similares (siendo el
primero el de Franz Mayer).
2008, Banco de México, México en colaboración con Chapa Ediciones
ISBN 978-968-5546-14-0
368 páginas
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