Lo que fuera la cochera de una casa de los ochentas, luego convertido en un
comercio, se transforma en un proyecto con doble propósito. Por un lado,
albergar un estudio/laboratorio para bienes raíces y por otro lado una pequeña
vivienda mínima. Ambos en contacto con la calle contigua.
El proyecto de la oficina parte de la estructura de concreto existente en
el proyecto; la limpieza de la estructura se logra eliminando todos los
muretes, muros de panel de yeso y cancelerías existentes. Con la estructura
limpia, el programa arquitectónico se acomoda en las crujías existentes, yendo
de menor a mayor privacidad. Los espacios se dividen a través de paneles de
vidrio, permitiendo una total transparencia.
Accedemos por un zaguán que funciona como estacionamiento interior,
precedido por la recepción. Una pared de espejos acompaña el espacio de acceso
ocultando detrás de ella las áreas de almacenaje, servicio y baño de invitados.
La recepción va seguida de una secuencia de espacios: Sala de juntas, área de
trabajo, dirección. Al fondo de la propiedad se configura una pequeña terraza
de descanso y los baños para los colaboradores.
El ambiente interior busca ser crudo y sobrio. La estructura original en
concreto aparente y los muros acristalados, van acompañados en el piso, con un
mosaico de pasta pre-existente en tonos rojos junto con mosaicos de pasta
contratantes en color negro, como testigo de las trincheras hechas para las
nuevas instalaciones (eléctricas y red) para el nuevo propósito del inmueble.
Las losas de concreto conservan las huellas del paso del tiempo. En la azotea
toma lugar una terraza que funge como escenario para la presentación de
proyectos.
La unidad de vivienda, empieza en planta baja con un área de comedor,
cocina y cuarto de lavado. Prolongándose en la planta a un galerón existente,
donde el espacio diáfano con un peculiar piso rojo alberga la habitación, sala
y baño de la casa, junto con la terraza no techada de ésta.
Fotografía: Manolo R. Solís
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