“Creo... que en una estancia breve el visitante puede percibir los detalles, las particularidades visibles, de manera que la visión general y los entresijos de la ciudad aparecen casi por sí solos.”
David Byrne, Diarios de bicicleta
La semana pasada visité nuevamente la Ciudad de
México, la cual siempre encuentro extremadamente atractiva, pero para mí
desgracia en cada visita tengo un sinfín de juntas que no me permiten disfrutarla.
Esta vez fue distinto, tenía agendada sólo la inauguración de la exposición
ARQUITECTURA SOCIAL, eje para la transformación del territorio de la SEDATU y
una reunión vespertina de trabajo con Círculo Cuadrado.
Caminar, decidir
tomar un trayecto más largo hacia un cierto destino, experimentar una calle
nunca antes visitada, encontrarse con una comunidad nueva y verla desde esa
perspectiva —casi en cámara lenta— nos deja hacer una lectura más completa de
lo que pasa en la ciudad y permite procesarlo y convertirlo en una experiencia
estética, casi a la manera como lo entendía Guy Debord.
En solo un día, conocí, reconocí y recabé experiencias
de una Ciudad de México que hace mucho no disfrutaba y no veía, aunque fuera en
muy cortos lapsos de tiempo y trayecto, pero que me permitieron construir en mi
imaginación historias de cómo se comporta el ser humano en determinado espacio
urbano y que quizás con un poco de tiempo para reflexionarlas sirva para
entender y recapacitar sobre la experiencia urbana.
Esto me hizo entender que la dinámica que llevo en
mi ciudad es otra, no nos permitimos hacernos esos espacios de tiempo para
deambular, ya sea que nos movamos a pie, transporte público o automóvil al
tener la mente fija en un destino y querer llegar a él de la manera más rápida
posible no recogemos experiencias sobre este Monterrey cada vez más deteriorado.
El no darnos espacios de tiempo para simplemente estar nos hace creer que nada debe
cambiar y que, además, no hay por qué reflexionar en las situaciones que la
ciudad requiere cambiar de inmediato y a futuro.
Hace unos días mi amigo Max Soldevilla empezó a
caminar el centro de Monterrey, primero con la intención de hacer ejercicio,
después con el simple hecho de caminar, deambular, conocer y reconocer ese
lugar que caminábamos con más tranquilidad en nuestras épocas de estudiantes
universitarios. Lo ha estado documentando en su Instagram y lo que ahí se
descubre no es nada alentador, la imagen es cruda, directa de lo que encontró en
su andar, da mucha información para entender que urge hacer cambios
sustanciales a esta ciudad que debemos recorrer para ir a nuestro destino porque
no nos queda de otra y no porque podamos disfrutar ese caminar.
Creo que, si seguimos viviendo de prisa, la ciudad
estará condenada al fracaso.
Fotografías Ciudad de México: Carlos Ortiz
Fotografías Monterrey: Max Soldevilla
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