Diseñando nuevos comienzos

Un espacio se puede disfrutar porque el diseño ha sido planeado; es decir, se han estudiado, analizado y pensado todas las posibilidades


Por: Mariangel Coghlan  @CoghlanM
Cuando inicia un año nuevo, escuchamos hablar constantemente de nuevos comienzos, de nobles propósitos: hacer deporte, iniciar una dieta, comenzar una rutina diaria, estudiar, acercarnos más a nuestros amigos. Ciertamente, es un momento especial, pues tenemos todo un año por delante en el cual podremos hacer lo que nos propongamos si tenemos el valor y la intención de intentar algo nuevo.

Cualquier día es bueno para hacer las cosas diferentes y de mejor manera, sin embargo, el principio de un periodo, como el que inicia con el año nuevo, es una buena ocasión para plantearnos cambiar.

Podemos reemplazar muchos aspectos, pero uno muy importante es el diseño del lugar en el que habitamos. Mejorar nuestros espacios nos ayudará a disfrutar más cada momento, a ser más productivos, a sentirnos más cómodos, en definitiva a gozar la vida.

A lo largo de mi quehacer profesional he tenido la oportunidad de visitar las casas de mucha gente y he comprobado, con mucha satisfacción, cómo les cambia la vida cuando se deciden a intervenir un espacio diseñando cuidadosamente hasta el último rincón; casas con espacios maravillosos que realmente ayudan a una estancia mucho más placentera y contribuyen enormemente a la convivencia.

También me ha pasado lo contrario. A veces me sorprendo, al visitar alguna casa, la forma en que viven: en un medio de contaminación visual muy triste; producen una sensación de pesar y angustia. Existen hogares con tanto desorden y tan alta saturación de objetos que, aún las obras de arte sean de gran calidad, no lucen.

¿Qué es lo que nos hace disfrutar o no de un espacio? ¿Cuándo un lugar nos producirá deleite y goce al habitarlo?

La respuesta es sencilla: un espacio se puede disfrutar porque el diseño ha sido planeado. Esto quiere decir que se han estudiado, analizado y pensado todas las posibilidades para hacer del sitio un ambiente agradable y cómodo; para ello, se ha recorrido un largo y apasionante proceso creativo en el cual se plantea la mejor solución posible para cada espacio.

Con este antecedente, se comprende que el diseño no surge como una “disciplina”, nace como un instrumento de algo más ambicioso: una revolución en los estilos de vida.

Un espacio es diseñado adecuadamente cuando se ha invertido tiempo para definir cada una de las características que lo determinan. Una herramienta indispensable para llegar a un buen diseño es, sin duda, la creatividad, entendida como una disposición de la mente humana que, fundamentada en el conocimiento ya adquirido, aporta situaciones novedosas al entorno. Es decir, el conocimiento adquirido y las experiencias vividas se aplican para resolver, de una manera novedosa, el diseño de un espacio.

En varias ocasiones he escuchado, después de ver una pared pintarrajeada por un pequeño, “mi hijo es verdaderamente muy creativo”; lo que en realidad demuestra el niño es espontaneidad. La espontaneidad es un ingrediente importante para la creatividad pero, de ninguna manera, es sinónimo.

Para ser realmente creativos es necesario aportar nuevas ideas, pensamientos y conceptos; o encontrar nuevas asociaciones entre ideas y conceptos conocidos que sean capaces de ofrecer soluciones originales.
                  
Estoy convencida de que vale la pena atreverse a cambiar y mejorar los espacios que utilizamos para vivir; para lograrlo necesitamos emplear la creatividad al máximo.

Solos o en compañía, cualquiera disfruta enormemente pasear en un bello entorno, con una ambientación depurada y limpia. Imaginémonos recorriendo una hermosa calle en París o en Nueva York, en la Colonia Roma del D.F. o en el centro de Oaxaca. ¿Qué hace que el paseo sea memorable? Puede ser un conjunto de cosas: el clima, el momento particular de nuestra vida, la soledad o la compañía… lo que es indiscutible es que las calles que recorremos juegan un papel fundamental.

De igual manera, transcurrir la vida diaria en espacios hermosos, bien diseñados, con una lograda solución espacial donde funciona la disposición de las cosas, con todo bellamente dispuesto y ordenado, es sin lugar a dudas una forma de mejorar nuestra existencia. Esto nos permitirá disfrutar más de cada momento y nos influirá en nuestra forma de ser, de comunicarnos y de relacionarnos con los demás; mucho más de lo que nos podríamos imaginar.

“¿Qué sería de la vida si no tuviéramos el valor de intentar algo nuevo?”
Vincent Van Gogh.

¡Hasta la próxima!

Fotografías: cortesía Mariangel Coghlan



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