Han desarrollado casi 100 productos diferentes en tres años. ¿Su filosofía? Producir diseños impecables
Rococo nació hace tres
años cuando Eduardo Dubost y Agustín Otegui compraron 22 sillas y sofás
antiguos, varios de ellos en el famoso mercado de la Lagunilla; mismos que
restauraron y convirtieron en piezas únicas. Su inversión no rebasó los 200 mil
pesos.
En esta primera aventura,
tres sofás resultaron ser de gran impacto porque Eduardo y Agustín tuvieron la
idea de invitar a distintos artistas para la transformación de los muebles. Confiaron
en la creatividad de artistas plásticos, gráficos y hasta de un tatuador. Está producción
les llevó ocho meses.
Al día de hoy Rococo ha
desarrollado casi 100 productos diferentes en tres años. ¿Su filosofía? “Hacer impecables
todas las cosas que creamos”. Confiesan que en su camino, hacia el
perfeccionamiento de sus piezas, han tenido que echar para atrás algunos
productos y empezar de nuevo. Sin embargo, el cometer errores ha sido punto de
lanza para pulir su calidad, estandarizar procesos, armar un know how y entender más el mercado.
Rococo
empezó restaurando antigüedades, sillas y sillones. Ahora, diseña, produce y
vende su propio mobiliario que incluye lámparas, pisos cerámicos, textiles, tapetes,
papel tapiz, accesorios, salas, comedores y próximamente blancos y cerámica. Pero, ¿qué hace diferente a esta
empresa en el sector de diseño e interiorismo? “Nos gusta arriesgarnos y
experimentar. Otros despachos cuidan más sus colecciones, nosotros somos más
aventados”, expresó Agustín.
Por su parte, Eduardo
comenta que han logrado liderar una marca que se percibe distinta, fresca e
innovadora porque se atreven y no les da miedo hacer una mezcla de estilos. Por
ejemplo: combinar colores con animales y de repente algo muy geométrico. “Esto
hace que logremos un equilibrio entre lo escandaloso y lo más serio”.
Rococo es un laboratorio
creativo y de negocios donde todo ha sido experimental, pero bien enfocado. “Estamos
muy metidos en la innovación y siempre exploramos diferentes maneras de hacer
negocios de las tendencias. Hemos hecho cualquier tipo de campaña por internet,
alianzas con distribuidores, colaboraciones donde se pagan regalías, ha sido un
esquema de apoyo y financiamiento tanto para proveedores como diseñadores”,
explicó Agustín.
La visión de ambos
empresarios es posicionar a México como un país que diseña, produce y exporta productos
de alto diseño para el mundo. Para lograrlo han tenido un gran acierto: sumar
talento. “Somos apostadores de las personas que hacen bien las cosas. Siempre
les damos su crédito y su lugar. Estamos abiertos a colaborar, apoyar y
financiar a cualquier talento, profesión u oficio”, manifestó Agustín, a quien
le interesa que el diseño mexicano tenga un escaparate vía Rococo. “Somos una plataforma
para que los jóvenes se den a conocer y mejoren tanto su diseño como sus
procesos. Hasta ahora hemos trabajado con 15 proveedores de diferentes
materiales”.
Ambos tienen la firme convicción
de crear una marca lo suficientemente atractiva para llevarla a todo el mundo.
“Nos encantaría entrar a mercados como Nueva York, Londres, Paris y Milán.
Poner en alto el nombre de México es lo que más nos motiva”, afirmó Eduardo.
Rococo empezó a diseñar
mobiliario que contrasta con lo que hacían en un inicio: piezas maximalistas e
irreverentes. Por eso, este año planean lanzar otra marca con un diseño más estructurado.
Además, la fidelidad a su firma que han logrado construir es muy interesante. Hay
clientes que compran desde cojines de 600 pesos hasta un sofá de 90 mil pesos,
por ejemplo. Sus distribuidores son Blend Design, ArteLínea, y recientemente, se
unió Casa Palacio Antara apostándole al diseño mexicano.
Agustín dice que han
tenido momentos de desesperación donde se preguntan: ¿Vamos bien? “El hecho de
hacer cosas muy diferentes en todos los sentidos es un riesgo, a veces no sabemos
si vamos bien o mal porque no podemos compararnos con nadie. Entonces, surge el
romanticismo y apostamos todo en lo que creemos”.
Agustín Otegui y Eduardo Dubost |
Para seguir ascendiendo
él piensa que ha sido clave estar actualizados a nivel global y ver cómo
funcionan los negocios. “Un diseñador ya no es un artista que solamente pinta en
un papel, sino que debe ser un investigador que se empapa de diversos
conocimientos. Tiene que buscar proveedores, enamorar a una fábrica, meterse a
detalle en los procesos y más”.
Algunos colaboradores de
Rococo han sido Cocolvú, Gildo Medina, Jorge Tellaeche, Manuel Díaz, Miss Tutsi
Pop y Moncho, entre otros.
Fotografías: Javier
Pérez y cortesía Rococo
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