Un espacio de bienestar concebido como un santuario que ofrece a las personas una pausa para reconectar con su interior y nutrir cuerpo y espíritu.
El diseño interior se desarrolla a través de un recorrido entre planos
inclinados que culmina en un espacio de planta libre, donde la simplicidad
arquitectónica fomenta la introspección. El acceso está definido por un muro
diagonal que genera un umbral único, introduciendo al usuario en una
experiencia de transición que marca el paso del exterior a un ambiente de calma
y desconexión.
El espacio encuentra inspiración en su entorno. Los acabados, como el
estuco estriado vertical en tonos blancos y los detalles pétreos, evocan las
texturas de la Sierra Madre Oriental, creando un vínculo directo con el paisaje
natural. Al mismo tiempo, el diseño mantiene un diálogo armónico con el
edificio al que pertenece, reforzando su integración arquitectónica y
contextual.
La experiencia sensorial se refuerza mediante el manejo delicado de la
iluminación, el color y las texturas, diseñados para envolver al usuario en una
atmósfera serena. Esta combinación convierte a esta sala en un espacio
que invita a la reflexión y al equilibrio, utilizando la conexión y la
desconexión como herramientas para alcanzar el bienestar.
Más que un espacio funcional, es un refugio
emocional, diseñado para ofrecer una experiencia transformadora que equilibra
el diseño contemporáneo con el respeto por el entorno natural, brindando a
quienes la visitan un momento de serenidad en medio de su rutina diaria.
Fotografía: Paloma Echeverría
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