Georges Maillols en el horizonte


No sé si a todos nos pasa lo mismo, pero de la infinidad de imágenes que existen en eso que llamamos “nube” y que a través de algoritmos específicos llegan a los dispositivos de la mayoría de los arquitectos, hay unas que, por alguna extraña razón, hacen que pausemos por un momento el “scroll” y detengamos la mirada en ellas; como si al conducir por un camino largo al final se dibujara algo en el horizonte.

Por: Luis Manuel Ochoa @luismanuel_ochoa

Me refiero a las imágenes de la arquitectura brutalista, ese movimiento que tuvo su auge entre las décadas de los cincuenta y los setenta, con edificios imponentes de concreto, formas geométricas audaces, expresivas y de apariencia sólida. Imágenes que despiertan una mezcla de emociones, nos evocan nostalgia por esa idea de futuro del pasado y nos transportan a un mundo de posibilidades; suscitan a la vez una sensación de abandono con estructuras envejecidas que cuentan historias olvidadas y secretos ocultos entre sus muros de concreto. Una amalgama de sensaciones en el horizonte de un paisaje arquitectónico fascinante y evocador. 

Hace unas semanas hice un viaje por carretera desde el País Vasco hasta la Bretaña Francesa, un viaje en el que se experimenta una transformación asombrosa del paisaje. Los altos picos montañosos de los Pirineos y su topografía imponente y escarpada, quedan atrás para dar paso a la campiña francesa, el horizonte se expande. Así como la pausa obligada de la arquitectura brutalista en el infinito mar de imágenes de la nube, el horizonte del paisaje bretón se interrumpe por castillos y encantadoras poblaciones; desde la imponente fortaleza de Saint-Malo o la majestuosidad del Mont Saint-Michel, una joya gótica enclavada en una isla rocosa a la deriva de las mareas del mar del norte, hasta los pintorescos cascos medievales de Dinan y Vannes. En esta ruta por la Bretaña, el camino nos lleva hasta la capital de la región. Rennes aparece en el horizonte.



Rennes se revela como una ciudad en constante transformación, la relación entre lo antiguo y lo nuevo se hace palpable en cada rincón; la Catedral de San Pedro, el edificio de la Ópera y las antiguas viviendas de entramado de madera y tejados de pizarra conviven en armonía con obras de arquitectura contemporánea como el conjunto de viviendas en Ascensión Paysagére de MVRDV, la iglesia Saint-Jacques de la Lande diseñada por Alvaro Siza o el edificio Cap Mail de Jean Nouvel. Sin embargo, en todo momento se percibe una presencia constante en la ciudad, una especie de marca indeleble que da sentido a la fisonomía del lugar; ese halo de la arquitectura brutalista que hace detenernos en el camino. Georges Maillols en el horizonte.

En todo momento el horizonte de Rennes está dominado por un par de torres gemelas de casi cien metros de altura, se trata del primer rascacielos de apartamentos de Francia; las torres tienen una referencia directa a las Marina City de Bertrand Golberg en Chicago. El conjunto edificado a finales de los años sesenta, comprende dos mil apartamentos, oficinas estacionamiento, zona comercial, centro social, escuelas y restaurante; un único modulo prefabricado de concreto blanco es el patrón que se repite una y otra vez para dar forma al edificio; se trata de la materialización de la utopía de la modernidad, Les Horizons de Georges Maillols.

El camino posiciono en mi horizonte la figura de Maillons y la arquitectura brutalista francesa. El arquitecto egresado de la Escuela Nacional de Bellas Artes de Paris en 1943, firmó la impresionante cantidad de no menos de 140 edificios en la capital bretona, Realizó en total 11,478 viviendas en Rennes por lo que su mano se reconoce a primera vista en toda la ciudad. Maillons llegó a una Rennes devastada por la segunda guerra mundial con una serie de conocimientos en estructuras y prefabricados de concreto, procesos fundamentales para la urgente necesidad de reconstrucción de la ciudad. En Rennes, Georges Maillons construyó una arquitectura vanguardista que se prolongó durante tres décadas con proyectos innovadores para todo mundo, viviendas sociales, pasando por viviendas de lujo y casas individuales; un laboratorio arquitectónico al aire libre, el lenguaje propio de los bretones que da forma al horizonte de la campiña del noroeste francés.



Salimos de Rennes dejando atrás los balcones, voladizos y estructuras escultóricas de Maillons para regresar al camino, la tarde cae y el sol se oculta por el horizonte; de vuelta a los Pirineos.  




*Googlea a Georges Maillols, comienza con el “scroll” y detente en sus horizontes.

Fotografías cortesía del autor











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