“Los colores hablan todos los idiomas” escribió Joshep Addison y basta una visita a la Semana de Diseño de Milán para confirmar que es sin duda el lenguaje universal.
El color también nos señala el estado anímico del sector y vimos
con mucha alegría que estuvo muy presente por todos lados, haciendo evidente el
entusiasmo de los diseñadores y productores por dejar atrás los años en los que
el gris y el beige fueron los protagonistas.
Hasta para el menos avezado para identificar las paletas
de color y materiales, éstas se hicieron notar por todos los pasillos de la feria y
las iniciativas fuera del salón. La naturaleza —que siempre ha estado presente— ahora toma un papel mucho más protagónico, dejando atrás su figura de acento,
para ser parte de la definición del concepto de los espacios.
Hay cuatro colores que fueron el eje rector, que se aprecian muy bien en las fotos. El primero el naranja en distintas variedades, quemados, ladrillo y ocre. El segundo el verde que se presentó en tonalidades claras como el liquen con derivaciones hacia el musgo e inclusive saturado como la esmeralda. El tercero el azul en gamas muy pálidas que en algunos casos se difuminan hacia el blanco. El cuarto son los acentos en tonos rosa pálido y los amarillos limón.
Los invitamos a comenzar el recorrido:
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