El proyecto consistió en el diseño e integración de la imagen
urbana y paisajismo del pórtico de acceso, vialidades, áreas verdes y
amenidades del desarrollo. El desarrollo del proyecto tuvo 2 ejes que rigieron
la toma de decisiones: el primero fue la integración de los elementos naturales
que dan identidad y riqueza a esta zona al contexto urbano. El segundo fue dar prioridad a la calidad del espacio peatonal sobre el espacio vehicular, permitiendo
al residente del fraccionamiento reclamar más espacio para su esparcimiento.
Estas dos directrices interactúan para crear un conjunto en el
que las vialidades se transforman en grandes plazas que se entrelazan con
recorridos entre la selva. Se desvanece el límite entre calle y banqueta,
sugiriendo con gestos en los cambios de textura, nivel y color del pavimento
que la jerarquía sobre el espacio público cambia al entrar al fraccionamiento.
Se cuestiona el dominio del automóvil sobre el espacio y se permite al peatón
reclamar su lugar para caminar, correr, jugar y apropiarse del espacio.
La calle-plaza lleva a senderos que se adentran en la selva, a
un recorrido que en total tendrá más de 500 metros protegido por las copas de
los árboles. En los claros entre la vegetación se van emplazando las
amenidades, que invitan a seguir descubriendo qué hay más adelante. El paseo
remata en la casa club del fraccionamiento, en la cual se encuentra la alberca
y espacios para eventos.
Fotografía: Pamela Leal
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