Han pasado ya 17 años desde la apertura de este centro de transferencia urbano, el resultado sigue siendo magnífico
La estación multimodal que Santiago Calatrava diseño para Portugal y que fue construida e inaugurada con motivo de la exposición mundial de 1998 sigue siendo un punto de referencia inequívoco para la arquitectura contemporánea de vanguardia. Una mañana de visita nos permitió comprobar como uno de los centros de transferencia multimodal más ocupados del mundo (comparable en tráfico con la Grand Central Station de Nueva York) cumple perfectamente con su programa y se presenta digna a pesar del evidente pobre y escaso mantenimiento.
Este enorme
edificio comprende cuatro principales espacios, una estación de autobuses
foráneos, una estación de trenes (incluyendo trenes de alta velocidad), una
estación de metro y un amplio centro comercial, servicios como un gran estacionamiento
y una estación de policía lo complementan. La articulación entre funciones,
espacios y transiciones es magistral y el flujo de los usuarios así lo
demuestra. Amplia, elegante y clara, la estación sigue siendo una ventana al
futuro, así como se pensó cuando esta área de la ciudad, el Parque de las
Naciones, se rescató de antiguos espacios mercantes para convertirse en una
ventana al mundo y posteriormente en un polo de desarrollo para la ciudad.
Visitar una
obra como esta, pasado un tiempo y después de que la luz de los reflectores se
ha alejado, es un deleite; sobre todo si se puede comprobar que actúa como ha
sido diseñada con una elegancia y dignidad señorial. Calatrava es y seguirá
siendo un personaje simbólico, a pocos meses de la apertura del centro de
transferencia de Nueva York, con su polémico diseño y presupuesto, es
importante entender porque sus diseños han sido claves y como su conocimiento y
sobre todo sus resultados exitosos lo respaldan.
Fotografías por Lorenzo Díaz
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