Visitar la
“Settimana del Design” en Milán ofrece la oportunidad, año con año, de tomarle
el pulso a las tendencias.
Por: Eugenia
González @eugenia_circulocuadrado y Lorenzo Díaz @lorenzodiaz
Milán reúne, a principio de la primavera de cada año, a marcas, creadores, proveedores, diseñadores, arquitectos, mercadólogos y gente relacionada con la arquitectura, el diseño y el interiorismo como ningún otro lado a lo largo del año.
La ciudad y
este momento, se han convertido en la plataforma anual de las novedades, el
lugar donde presentar innovaciones, hacer lanzamientos y dialogar con el más
amplio de lo públicos. Es la oportunidad de descifrar lo que viene, de entender los
rumbos del mercado. Durante una semana intensa de visitar —en muy poco tiempo— una cantidad enorme de presentaciones y lanzamientos se da la posibilidad de
detectar las tendencias CMF, aquí algunas de las que recogimos este año.
- Materiales
artesanales y vernáculos:
Continúa
un gran interés por regresar al origen, buscar materiales milenarios que
traigan con su cultura, texturas y sensaciones de antaño. La incorporación de
cerámicas a piezas como mesas de centro y muebles laterales hace más amables
los espacios.
Los
metales muestran más sus imperfecciones, cepillados, mates o tratados con
métodos más manuales ponen en evidencia sus características. Nos alejamos de
metales con apariencia demasiado industrializada y aún en sistemas complejos se
busca que las piezas muestren un carácter más nostálgico. Siguen apareciendo
bronces, cobres y bruñidos.
- Los
textiles y tapizados:
Seguimos
viendo el Bouclé, y persiste su presencia en blanco y hueso, creo que nos
comienza a cansar. Volvemos a encontrar cojines y accesorios en estampados con
motivos étnicos y gráficos pesados. Hay terciopelos y velours. Los acojinamientos son más suaves, los
sillones mullidos y profundos.
Vimos
una evolución en tejidos realizados con materiales recuperados, con fibras
recicladas, sobre todo para usos rudos y de exteriores. El uso de pigmentos más
amables con el medio ambiente se vuelve parte importante del discurso.
En
sillas y sillones sigue creciendo el uso de fibras naturales y tejidos clásicos
vernáculos como el rattán, la paja, el papel y el bejuco.
Desparecen
las alfombras de pelo largo, esas que dejan ver las pisadas pero que también
producen un montón de pelusa y acumulan de todo, fueron una propuesta pasajera
que evidentemente el mercado penalizó. Regresan tapetes, en grandes cantidades,
anudados, con rasgos artesanales y con texturas. Mezclas de colores y fibras,
enmarcando, subrayando.
Piezas
con un peso (aparente o real) significativo. Grandes patas, superficies de gran
espesor, enormes placas de mármol fueron protagonistas. Curvas, suaves y
envolventes en todos los productos. Sillones, sillas y mesas que dejan atrás
las soluciones ortogonales y espigosas.
Muchas
superficies laqueadas y brillantes que juegan con la luz y las curvas haciendo
los reflejos variados y sutiles.
Desde
el año pasado veníamos viendo un repunte en gamas más intensas, en colores
saturados y vivos y en contrastes altos. Este año la presencia del color se
intensificó, lejos están las intenciones de colores neutros, el color vuelve a
tomar protagonismo y lo hace sin temor. La actitud es osada, provocadora.
Siguen
presentes los colores ocres, los terracota y los verdes musgo Hay amarillos
quemados y algunos marrones muy vegetales. Este año aparece el azul, un azul
saturado que nos recuerda a Ives Klein, lo acompañan el azul cielo y sus
diversas gamas.
Milán
mostró un carácter divertido, juguetón, aún así no pierde la seriedad. La
preocupación por la sustentabilidad y la equidad está a flor de piel. Un aire
nostálgico que añora lo artesanal, lo vernáculo está presente pero no detiene
al tren de la innovación. Un Milán políglota, global en tiempo de aranceles. Un
Milán universal que pone el diseño, la creatividad y las personas al centro.
Marcas que buscan contar historias, clientes y creativos que buscamos
identidad.
Fotografía: Círculo Cuadrado
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