En la hermosa pero fría y ventosa Islandia, se encuentra una casa de verano llamada Ylja, cuyo nombre significa calidez, por ser el refugio y símbolo de unión para una familia mexicana-islandesa.
La vivienda se construyó en una zona rural, cerca de la capital, específicamente en la municipalidad de Grimsnes. Uno de
los principales factores a considerar en el proyecto fue el contexto natural.
El proyecto está ubicado cerca de la orilla del lago Úlfljótsvatn, uno de los
cuerpos de agua más importantes de Islandia.
La casa está rodeada de
impresionantes vistas al lago, los campos y montañas en constante cambio que se
transforman con el paso de las estaciones. Inviernos oscuros y fríos con
brillantes montañas nevadas e imperdibles auroras boreales, así como veranos
espectaculares con días interminables de contemplación. Por lo tanto, la forma
de la casa se ha diseñado y situado de tal manera que se tiene una vista de 180
grados y se mimetiza con este maravilloso paisaje para parecer lo más natural
posible.
Islandia
es un sitio donde el clima es el factor principal al momento de diseñar y
construir una obra. Las restricciones de construcción son mínimas, además de
que la superficie del terreno no presentaba desniveles significativos; por lo
que la principal limitante fue el tiempo y el clima, ya que sólo se podía
construir durante el verano. Al mismo tiempo, las restricciones del proyecto se
determinaron en cuanto a los metros cuadrados, materiales y alturas.
La residencia
surge de los deseos de una familia para concebir un punto de encuentro y
reunión donde todos puedan conectarse y compartir nuevas experiencias fuera de
sus vidas cotidianas. La disposición interna de la casa fue diseñada para
lograr este objetivo, donde el espacio cálido y familiar se distribuye en las
costumbres particulares de esta familia multicultural, colocando el área de
comedor como la parte central de la casa, siguiendo la rica cultura culinaria
mexicana, donde la sobremesa adquiere gran protagonismo en estos espacios.
En el
interior de la casa, la paleta de colores se mantuvo neutra, tratando de no
generar un contraste sobresaliente con el contexto inmediato. Se aprovechó la
tonalidad natural de la madera laminada CLT, integrando sutiles acentos en
verde, negro y blanco como color secundario.
A pesar
de los desafíos, la casa cuenta con: un jacuzzi, ya que en Islandia es una
costumbre tener ese hábito; fosa séptica, ya que no hay
conexiones de drenaje en la zona; suministro de agua geotérmica; calefacción de
piso radiante y buen aislamiento térmico. Las tuberías hidráulicas
se tuvieron que colocaron a 1.50 metros de profundidad para evitar que se
congelen y exploten.
Fotografía:
Erna Daniela López Córdoba / Fernanda Moreno Septién
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