Unos días antes de la tragedia un grupo de esculturas fueron retiradas de la aguja de Notre Dame de París, salvándolas así de un destino fatal.
Por: Lorenzo Díaz @lorenzodiaz
Como parte de los trabajos de mantenimiento y restauración
que se realizaban en la parte más alta de la emblemática catedral de París, una
serie de esculturas — muy dañadas por los elementos y la intemperie— fueron
retiradas apenas unos días antes de que la labor terminara en tragedia. Un
trabajo de rescate que acabó resultando en el único rescate que fue posible de este pedazo
emblemático del mundialmente famoso edificio.
Esculturas representando a los 4 evangelistas junto con los
demás apóstoles coronaban la aguja diseñada a finales del Siglo XIX por
Violet-le-Duc, siguiendo los más estrictos cánones medievales la elección era
obvia. Lo cierto es que pocos saben que la llorada aguja de la catedral no era
tan vieja como la iglesia misma y que la construcción, principalmente en
madera, era invención del afamado arquitecto. Las esculturas, obra de
Geoffroy-Dechume son sin duda una delicia, admirarlas de cerca ahora es
posible.
El único testigo de la tragedia es el gallo, emblema romano
de la Galia, que coronaba la aguja y que colapsó junto con ella. Esta
escultura, encontrada durante el rescate, da testimonio de lo sucedido y
permanecerá así, desfigurada, recordando el acontecimiento.
Después de una minuciosa restauración estas piezas se
muestran en las salas del Museo de la Arquitectura y el Patrimonio, esperan
pacientemente el final de los trabajos de restauración y ofrecen al visitante
una experiencia única. Cundo regresen a su lugar original observarlas de cerca
será imposible una vez más.
Hay en ellas un gesto único, la encarnación de Violet-le-Duc
en una de ellas. Una de las esculturas mira en otra dirección y su rostro es el
del artífice de la aguja, en su mano lleva además la regla que lo identifica,
en la herramienta su nombre. Todo una firma, un gesto para inmortalizar al
arquitecto.
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