Un conjunto que a través de la fluidez de sus espacios interiores y de sus materiales convive con la selva, que es la protagonista del lugar, logrando que el edificio se vaya perdiendo en ella.
Es un condominio privado de 9 departamentos ubicado en el desarrollo Aldea Zama, en el corazón de Aldea Maya en Tulum, Quintana Roo. Dentro de este fraccionamiento, el plan maestro determinó zonas para ubicar edificios, zonas de estacionamientos y zonas de selva, de manera que se encontraba el terreno para desplantar el edificio estaba ya libre de restricciones de área verde y colindancias pues a su alrededor estas zonas ya estaban asignadas. Esta condición, no sólo disminuye el programa a trabajar, sino que también nos dejaba menos superficie para trabajar espacios libres y verdes dentro del diseño de nuestro conjunto.
El planteamiento para la solución del esquema, partió de la intención de dar a cada departamento un área propia de contacto con el exterior, de que cada uno pudiese gozar de un área privada al aire libre pese a que la dimensiones y condiciones del terreno, complicaban esta intención. Para ello se propuso una modulación de la estructura espacial en planta y alzado que nos permitiera generar dos tipos de departamentos.
Para poder lograr los patios privados en ambos sentidos de los departamentos y cuidar la privacidad de las visuales de los departamentos hacia las circulaciones, el elemento articulador de las escaleras y circulaciones horizontales, se trabajó como un cuerpo separado del edificio, con los patios de por medio y unido por puentes a los accesos de los departamentos y con una expresión formal más ligera siendo una estructura metálica con techos, barandales y muros de bajareque.
El resultado es entonces un elemento de circulaciones ligado a un bloque de 3 niveles que agrupa los departamentos, con una materialidad basada en sistemas constructivos de la región, vigueta, bovedilla, block con acabados en estucados con resina del árbol de chukum, muros de piedra y bajareque, de manera que los materiales ayuden al edificio a integrarse a los colores y texturas que el contexto de la selva que lo rodea posee.
Fotografía: Tamara Uribe / César Bejar
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