DESDE EL PARALELO 25.6751◾ La Ciudad y sus arquitectos. Adán Lozano




La arquitectura es la oportunidad de hacer la casa para que las personas sean felices”
Adán Lozano



Por: Carlos Ortiz, arquitecto

Monterrey tuvo un gran desarrollo económico en la segunda mitad del siglo XX, mismo que estuvo siempre acompañado por arquitectura de gran calidad que desgraciadamente es anónima para el resto del país. Se conoce la obra de Pani, de la Mora, del Moral y otros grandes arquitectos, que atraídos por esa bonanza económica empezaron a producir proyectos de gran calidad tales como el condominio Acero, la iglesia de la Purísima, el hospital de Ginecología y Obstetricia entre otros. Pero la obra producida por los artífices locales, que es la gran mayoría, no es conocida en México. En gran medida gracias a los mismos arquitectos en ese tiempo consideraban casi un “pecado” profesional promocionarse y darse a conocer. Quizás, sólo Oscar Bulnes supo sacar partido de sus relaciones con los que escribían los libros sobre arquitectura mexicana y hoy es el único conocido a nivel nacional de esa fructífera época para la arquitectura de Monterrey.

Figuras como Alfredo Noyola, Adán Lozano o José Ángel Camargo deben ser visibilizados ya que quienes hoy participamos de la construcción de la ciudad, en la primera mitad de este siglo, estamos en gran deuda con ellos. Abrieron camino para que en la ciudad se aceptara una arquitectura de vanguardia, para que los honorarios por diseñar fueran reconocidos, idearon un Monterrey que apenas empieza a tomar forma.

Adán Lozano

En los noventa, siendo yo aún estudiante universitario, fui invitado a una reunión de un grupo llamado Espacio Común donde arquitectas, arquitectos y estudiantes se reunían cada quince días a hablar de temas de interés para la ciudad, esto sucedía en el museo MARCO que estaba recién inaugurado y facilitaban una pequeña sala a lado de la cafetería. Al llegar a esta primera reunión me recibió Ricardo Padilla que en ese entonces ya era un arquitecto reconocido en la ciudad y me invitó sentarme adelante para escuchar una conferencia de un ya famoso arquitecto de la ciudad: Adán Lozano. Acaso explicó cuatro o cinco proyectos, la charla se tornó más interesante cuando terminó ya que la discusión se centró en la ciudad y como la íbamos perdiendo.

Grupo Espacio Común en los noventa

Carteles promocionales de las actividades de Espacio Común

Explicó como el nuevo eje vial de la calle Pedro Martínez, que conectaría la avenida Garza Sada con Morones Prieto dividiría a la colonia Nuevo Repueblo en dos y el ambiente de barrio quedaría totalmente destrozado, de igual forma criticaba el paso a desnivel para conectar Vasconcelos con Calzada del Valle en San Pedro por debajo de Gómez Morín y como llenaría de autos la calzada a tal grado que sería intransitable de manera peatonal. En general cuestionaba el gran entusiasmo de las autoridades por hacer pasos a desnivel y ejes viales ya que para él los semáforos eran como reguladores del tráfico que permiten al peatón usar la ciudad y tenga preferencia en ella, los autos debían mantenerse a velocidades moderadas. En ese momento, estos cuestionamientos iban en contra de todo lo que me estaban enseñando en mis clases de urbanismo y no entendía como un arquitecto de fama local, que recién conocía, cuestionaba lo que me enseñaban en la universidad. Al poco tiempo me di cuenta que tenía mucha razón en cada punto descrito en esa ocasión.

El Sosiego



Al término de la sesión Ricardo invitaba a los asistentes a que pasáramos a un café cercano en el barrio antiguo, el extinto café Paraíso, y ahí se continuaba charlando del tema. Ese día decidí acompañarlos, aunque perdiera el camión de regreso a casa y Adán abundó sobre los porqués de su obra, éramos menos de diez personas y nos invitó a un recorrido el sábado siguiente por un par de ellas. De inmediato me apunté, estaba ávido de saber más de este arquitecto que hablaba con tal fascinación de su profesión y la ciudad, no había mejor manera de conocerlo más a fondo que visitando su obra.

Se acordó ir al recién terminado corporativo de Cemix y a una casa en la montaña llamada el Sosiego. Llegamos puntuales al edificio en la colonia Los Doctores y nos recibió Adán junto con el dueño de la empresa, al llegar al vestíbulo exterior una gran fuente echaba agua a borbotones y el ruido que causaba era fuerte pero muy relajador, Adán nos señaló unos cables de alta tensión que pasaban encima de nosotros y nos pidió alejarnos de la fuente: el ruido de los cables era realmente insoportable, con el simple gesto de una fuente opacó esta mala condición del sitio.

Corporativo Cemix

Luego de conocer el pequeño edificio corporativo nos trasladamos a la casa el Sosiego, una residencia ubicada en la parte alta de la colonia Olinalá. Un generoso terreno lleno de árboles con impresionantes vistas a la ciudad fue el escenario que nos recibió, al igual que en el edificio de oficinas los dueños saludaron a Adán con mucha alegría y nos dieron carta abierta para recorrer la casa. De nueva cuenta el agua llamó mi atención ya que desde el acceso de la calle una “acequia” artificial marcaba el recorrido hacia la entrada de la casa. La casa se entrelazaba con los árboles, con techos de teja y muros gruesos en color terracota, era obvio que cada gesto estaba pensado para respetar la vegetación existente y entrar en comunión con ella. El agua entraba al vestíbulo y culminaba su recorrido en una gran vista hacia la ciudad con una pequeña cascada interior. Al terminar de deambular por la casa nos invitaron a una terraza que literalmente volaba sobre un acantilado y en ella seguimos escuchando los relatos de Adán.

Casa del TEC


Adán nació en Zuazua, Nuevo León, pequeño poblado al norte de Monterrey lleno de arquitectura norestense de sillar, tierra y madera, casas que funcionan con la lógica del clima del desierto para mantenerse habitables. Vivió poco ahí, pero los suficiente para entender esos ambientes y ya en su vida de arquitecto transformarlos a espacios para la vida contemporánea con la tecnología del momento. Adán estudió arquitectura en el tecnológico de Monterrey graduándose en 1958, escuela de la cual también fue profesor. Se inició en la construcción de residencias habiendo muchas de esta primera etapa en Ciudad Victoria Tamaulipas y en Monterrey, específicamente en la colonia Contry. Pero se dió a conocer en la ciudad gracias al Sorteo TEC donde diseñó, en 1972, la primera casa de diseño contemporáneo para este sorteo, cuenta con gran entusiasmo como el director de venta de boletos se quejó del diseño de la casa diciendo que no vendería boletos una residencia de ese estilo, Adán menciona que los boletos se agotaron un mes antes por la enorme expectativa que había causado su llamativo proyecto. Proyectó varias residencias para este sorteo todas de gran calidad, la última en 1995, fue una fabulosa colaboración con el artista Sergio Galán.

El Santuario

Recuerdo la celosía orgánica de yeso que te recibía en la casa de río Volga con un muro de veneciano amarillo, casa que ganó el único premio de arquitectura que había en la ciudad en ese momento, el premio Sembradores de la Amistad. Quizás su época más interesante sea los ochenta, cuando diseñó la iglesia del Rosario en la Colonia Roma con claras referencias a Ronchamp de Le Corbusier, pero al mismo tiempo a la arquitectura de los templos del noreste y la agencia Chevrolet del Río sobre la avenida Morones Prieto que buscó su propia esencia sin seguir los estándares de la marca, esencia que tuvo tanto éxito que posteriormente se convirtió en la imagen de la marca en todo el país.

Tuvo gran actividad durante los noventa y la primera década de este siglo diseñando y construyendo gran cantidad de obra residencial de una calidad asombrosa, de una elegancia única y con una gran lógica para con el lugar y el tiempo en que estaba construyendo. Su calidad humana y profesional es tal que podría ser una especie de Andrés Casillas de la arquitectura regiomontana. Es de mucho mérito el proyecto realizado junto con Agustín Landa para la plaza Breve Espacio en el centro de Monterrey a un costado de la iglesia del Sagrado Corazón, un espacio público que por años brindaba un respiro a los transeúntes de la zona con su fuente de vidrio y sus gradas alrededor de la misma.

El Santuario

De sus últimas obras, antes de retirarse, destaca la residencia el Santuario que retoma muchos de los conceptos de la casa el Sosiego en cuanto a respeto a la naturaleza, con su comedor flotado sobre el paisaje con vistas de 180 grados hacia la ciudad y de una arquitectura limpia, sencilla de planos y volúmenes que se posan sutilmente sobre el paisaje.

Hace unos días lo visité en su casa para platicar con él y su esposa, batalló para reconocerme, lo hizo a intervalos durante la visita, pero mientras platicábamos de sus proyectos siempre recordó en todo momento detalles de sus obras, anécdotas de sus clientes y eventos que marcaron nuestra ciudad durante la época en que ejerció profesionalmente. Sirva este texto como un pequeño homenaje para él que nos enseñó mucho a quienes hoy buscamos hacer de Monterrey una mejor ciudad a través de nuestra obra.

Carlos Ortíz, Adán Lozano y Mauricio Lozano


*Agradezco la colaboración de mi amigo Mauricio Lozano, hijo de Adán por facilitarnos la selección de imágenes que ilustran este texto.

2 comentarios:

  1. Que bien que te tomaste el tiempo de recordar y escribir de Adán Lozano .....Recuerdo la platica del maestro, la visita a las obras y los detalles que describes.....Sin duda un gran Arquitecto, maestro sin proponérselo y sobre todo un gran ser humano..... Gracias por el texto.

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