Comienza una interesante travesía visitando tres de los más importantes acontecimientos en el viejo continente para así encontrar las tendencias y protagonistas en el mundo de la arquitectura y el diseño
Partimos,
como ya lo hemos hecho en varias ocasiones, con rumbo a los encuentros del
momento. Un viaje que transcurrió conforme a lo planeado y que nos llevó de la
mano del diseño mismo. Ya desde el avión, el aeropuerto en París y los trenes
TGV que nos condujeron a Kortrijk en Bélgica encontramos el valor del diseño en
plenitud.
La
Bienal de interiorismo que se lleva a cabo en esta céntrica ciudad del centro
norte de Europa se realiza ya en su veinticuatroava edición. El encuentro,
iniciado en 1968, se ha vuelto una importante referencia y punto de reunión
para muchos de los protagonistas.
En
una pequeña ciudad de Flandes, muy cerca de la frontera con Francia, el mundo
del diseño se vuelca a festejar el otoño presentando nuevos productos y
soluciones. Ubicado estratégicamente entre las principales ciudades de Holanda,
Bélgica y Francia el centro de exposiciones atrae una importante comunidad de
arquitectos e interioristas que le dan una desbocada vida a la ciudad por un
par de semanas.
Ya
la noche del sábado, día en el que llegamos, al hotel convenientemente ubicado
a lado de las medievales torres Broel, encontramos una actividad sin igual. Muestras,
showrooms y por supuesto locales de comida y bebida festejaban el diseño.
Fieles a nuestro gusto culinario disfrutamos de una espectacular cena
acompañada de hongos frescos ya que es plena temporada.
Esta
mañana nos dirigimos al centro de exposiciones de la ciudad. Sorprendidos de
inmediato ya que todo el transporte entre el centro de la ciudad y el de
exposiciones, distantes apenas unos tres kilómetros, era por medio de una
enorme flotilla de automóviles Audi (último modelo y versión de lujo) de
cortesía. La organización de la feria nos ha dejado una grata impresión, la
recepción como miembros de la prensa fue de una agilidad extraordinaria y la
visita al recinto fluyó perfectamente.
La
feria comprende seis pabellones, amplios pasillos reúnen a las mejores marcas
del mercado. Encontramos fabricantes de talla internacional destacando una gran
cantidad de productores Italianos. Zanotta, Kartell, Lago, Molteni, Cappelini,
Friz Hansen, Moroso son sólo algunos de los nombres que destacan de manera
importante, los acompañan firmas regionales de indiscutible calidad en
propuesta y manufactura.
A
diferencia de otras ferias que hemos visitado, la apertura de los espacios y el
cordial flujo de los visitantes crea una situación muy equilibrada y armónica, dinámica
que nos sorprendió. Los organizadores del encuentro realizan notables esfuerzos
para crear circunstancias de comunicación y cultura en torno a los stands con
objetivos meramente comerciales.
Este
año se ha creado un conjunto de instalaciones, una película y un libro que sintetiza una profunda
investigación del fenómeno “casa” que lleva como nombre SQM. Se trata de
entender la circunstancia de la casa como posesión y la transición que esta ha
sufrido desde la crisis inmobiliaria del 2008.
Una
serie de premiaciones distinguen a jóvenes talentos y su producción como
diseñadores, se da impulso a más de 100 empresas “start-up” que buscan
introducir su oferta al mercado y se crean certámenes especiales para construir
espacios de comida y servicios ex profeso distribuidos por los diferentes
pabellones. Fue en uno de estos pabellones que nos detuvimos al medio día
degustando una delicadas viandas y un refrescante Gin & Tonic,
restableciéndonos para el resto de la jornada.
Degustando
una fantástica cena y después de una caminata por el centro de esta milenario
ciudad, desde siempre ubicada entre rutas de comercio importantes concluimos
que hoy nos encontramos con una exposición muy madura, con una clara visión y
ejecutada de manera impecable. Vivimos una ciudad vibrante, volcada sobre el
encuentro y notamos que, aunque la feria se haya creado hace ya más d 45 años,
la ciudad cuida e impulsa la edición de este año como si fuera la primera.
Fotografías
Eugenia Gonzalez y Lorenzo Díaz
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