La casa es una edificación o vivienda que está compuesta por distintos
espacios, pasillos y muchas o pocas habitaciones. Pero, sin importar el tamaño
o cantidad de estancias y cuartos, una casa sólo adquiere sentido cuando se
convierte en un verdadero hogar.
Tener nuestra casa impecable y espectacular —“de revista”—, únicamente por
el gusto de verla hermosa, no tiene razón de ser. En realidad, la idea debe ser
poderla disfrutar, gozar cada momento en el que estamos a solas, con la familia
o los amigos. En definitiva, la idea de tener una casa bella debería de ser
siempre para disfrutarla: las casas son para vivirlas y es así como se
transforman en hogares.
A lo largo de mi carrera profesional me he sorprendido varias veces al
descubrir que hay personas que tienen casas enormes y que no las viven plenamente:
sólo utilizan ciertas áreas de la casa, las tienes en espera de recibir unas
visitas que nunca llegan, o simplemente tienen recámaras que hacen las veces de
bodegas.
No hay caso invertir en una casa que no se usa: “¡Niños! ¿Cuántas veces
les he dicho que ustedes no pueden entrar a la sala?”… Mejor ahórrense la sala,
son muy caras.
Entiendo que hay casas que son de descanso o de fin de semana, que por
temporadas se pueden usar mucho o pocas veces, pero el tiempo que pasamos en ellas
tenemos que disfrutarlas en su totalidad.
ORDEN
Lo primero que tenemos que hacer para tener nuestra casa atractiva,
dispuesta para ser utilizada al máximo, y que realmente sea un hogar, es
tenerla ordenada. Puede ser sencilla —sin lujos ni excesos—, puede ser enorme y
espectacular o pequeña, puede estar llena de obras de arte o no pero, en
cualquier caso, se necesita del orden.
Un hogar funciona mejor si lo tenemos ordenado en un sentido amplio: en
los espacios físicos, armarios y cajones, así como en los horarios, y hasta en
la jerarquía de valores. Tenemos que establecer en familia qué es lo
verdaderamente importante, sin dejar de reconocer que las cosas son para
usarse, para facilitarnos la vida, para ayudarnos a gozar cada momento; no debemos
perder de vista que lo que poseemos nos hará felices si lo compartimos y lo
disfrutamos. Lo que guardamos permanentemente en una bodega es inservible.
Ya sea que te dediques completamente al hogar —lo cual es muy valioso— o
que también trabajes fuera de él, siempre hay mil cosas que hacer, por eso es
preciso establecer un orden; muchas dificultadas provienen de la falta de
orden.
ORGANIZACIÓN
Se puede llegar muy lejos si nos organizamos. Tenemos que enfocarnos en
cada momento en lo que estamos haciendo en el presente, sin afligirnos pensando
en lo que podría venir después o en lo que quizá hubiéramos podido hacer antes.
Es muy distinto prevenir o planear el futuro, que preocuparnos del futuro. Al
mismo tiempo, hay que aprender del pasado, pero no sufriendo por el famoso: “¿Y
si hubiera…?”.
De la misma manera en que tenemos que organizar nuestro tiempo, tenemos
que organizar el espacio. Una sala bien distribuida ayudará enormemente a disfrutar
una reunión. El vestíbulo, que es la primera cara de nuestro hogar, hay que
tenerlo siempre bien arreglado y organizado, de tal manera que al recibir a
cualquier persona en nuestra casa se perciba un ambiente confortable, de armonía,
de amistad.
La organización es la clave para disfrutar y hacer que funcione una casa,
de esta manera nuestra familia y amigos gozarán más su estancia en ella. Nosotras
mismas, al tener las cosas bien situadas y tener un lugar para cada cosa y cada
cosa en su lugar, nos sentiremos satisfechas y tranquilas; la sensación de paz que
se experimenta cuando todo está en su sitio es sorprendente.
Pero, es fundamental recordar que la organización está en función de los
seres humanos y no viceversa. Si la búsqueda de la organización se vuelve causa
de conflictos constantes en la familia, entonces hay que buscar distintas
estrategias para logar el orden.
DIRIGIR UN
HOGAR
Llevar un hogar es una gran ocupación que vale la pena; es una profesión
que, en muchas ocasiones, es más ardua que otros trabajos. A través de esta profesión—que
además de importante es muy noble—, podemos influir positivamente no sólo en la
familia, sino en multitud de amigos y de conocidos, y en personas con las que
de un modo u otro nos relacionamos.
¡Es asunto de primera importancia el trabajo en el hogar! Por lo demás,
todos los trabajos pueden tener la misma calidad: no hay tareas grandes o
pequeñas; todas son grandes si se hacen por amor. Las que se tienen como tareas
grandes se empequeñecen cuando se pierde el sentido de la vida. En cambio, hay
cosas aparentemente pequeñas que, hechas con mucho cariño y detalle, pueden tener
consecuencias verdaderamente grandes.
FELICIDAD
Los espacios bellamente dispuestos colaboran significativamente a
nuestra felicidad; por eso te invito a dedicarle tiempo a mejorar tu casa, a
organizarla y arreglarla para agasajar a los tuyos. Claro está, es imprescindible
involucrar a toda la familia en el trabajo del hogar.
El tiempo que invertimos en ordenar cada espacio será recompensado
cuando podamos disfrutar en él de una agradable reunión, de una rica comida, de
momentos que atesoraremos por el resto de nuestra vida.
Invertir en nuestra casa: tiempo, esfuerzo y, en la medida de lo
posible, algo de recursos económicos, siempre es una buena idea; nuestro
objetivo tiene que ser hacer espacios hermosos para crear un hogar feliz. La
belleza, equiparándola a la bondad, es parte irremplazable para alcanzar la
felicidad.
Los hogares luminosos y alegres siempre nos atraen porque son casas
ordenadas por familias generosas, siempre dispuestas a recibir y a compartir.
Cuando me preguntan: “¿Cómo es tu casa?” Sé que se refieren al espacio, al
diseño, al estilo… pero yo no puedo dejar de pensar en los míos: mi esposo, mis
hijos, mi familia que me quiere y apoya incondicionalmente; por ellos trabajo
con tanta pasión, sin dejar de ver que con mi profesión tengo la increíble
oportunidad de ayudar a otros a mejorar su calidad de vida, por medio de espacios
mejor diseñados para sus familias y contribuyendo a que se generen verdaderos hogares.
Pensando en estas ideas, la inolvidable madre Teresa de Calcuta decía: “La
paz y la guerra empiezan en el hogar. Si de verdad queremos que haya paz en el
mundo, empecemos por amarnos unos a otros en el seno de nuestras propias
familias. Si queremos sembrar alegría en derredor nuestro precisamos que toda
familia viva feliz.”
¡Hasta la próxima!
Fotografías: cortesía Mariangel Coghlan
http://www.mcoghlan.mx/blog/
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