Por: Gerardo Cantú
La tendencia registrada por cubrir espacios públicos con especies
introducidas por su belleza y características físicas en las áreas privadas no
forma parte del proceso sustentable que un paisajista busca para embellecer
diseños públicos vistosos. Es imperativo entender que el diseño de paisaje
conlleva un compromiso de sustentabilidad alineado al envejecimiento sano,
fuerte y consecuente de árboles y
plantas.
¿Qué pasa actualmente en el Distrito Federal? Pocos son los paisajistas que realmente entienden el proceso de creación como la selección correcta de la flora propicia para esta región, hay que entender y llevar a cabo elecciones lógicas y probadas como las que aplican en lugares como California, donde el paisaje urbano está definido en no más de 20 especies locales, las cuales crecen y se desarrollan con facilidad.
No creo que tengamos que descubrir el secreto hilo negro de la
selección natural local de especímenes, los paisajistas al diseñar tendrían que
contar con conocimientos básicos de horticultura, de este modo podrían entender
los espacios a través de sus características visibles. Saber también, acerca de
la cantidad de agua y luz en la zona, estética focal, sinergia de convivencia
entre las especies elegidas, características armónicas no ofensivas al
ecosistema, en fin un sin número de cuestionamientos que por sí solo
conseguiría un entorno sólido y duradero.
Es típico de esta ciudad, ver combinaciones de especies ilógicas que
tienden a desaparecer por falta de perspectiva, me pregunto si el problema que
atañe los diseños es que han sido realizados por arquitectos más interesados en
el estudio estético de las construcciones y no así el documentarse en cuanto a
la creación de grandes habitaciones exteriores.
Experiencias probadas a lo largo de la historia de nuestra ciudad,
testifican la duración de Ahuehuetes en zonas que facilitan la cercanía a los
mantos friáticos o los que fueron alguna vez ríos, de igual manera el Liquidámbar,
las Jacarandas, las Magnolias, solo por mencionar algunos árboles.
No creo que el futuro sea seguir diseñando espacios públicos que
carezcan de servicios de riego, ya que mantener los especímenes sanos y con
alimento no representan un gasto futuro, tan solo es el proceso indispensable
para no remplazar de nuevo los especímenes en menos de 3 años. Obviamente si el
interés del proyecto fuese que los espacios envejezcan a lado de una generación
que aprecia la estética de lo duradero.
Es momento para dar paso al conocimiento de la estructura estética
de los espacios verdes muy bien acompañados del sustento analítico, en
definitiva, no son fuerzas opuestas. Los jardines llevan en su alma la trama
bella y efímera de las ciudades.
Fotografía: cortesía de Gerardo Cantú
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