Casa Huolpoch por Workshop, Diseño y Construcción #PRISMA 2022


Proyecto ganador de la categoría Habitacional mayor de 150 m2 del XI Premio de Interiorismo Mexicano PRISMA.

Por: podio @podiomx

Este proyecto respeta y rescata los valores históricos de la arquitectura colonial yucateca, combinándolos con detalles y volumetrías contemporáneas; y con las comodidades de la vida actual, reinterpretando de forma pura y sobria, creando diferentes atmósferas para relajarse, para convivir y para disfrutar de los exteriores en el cálido clima peninsular.




Casa Houlpoch es una antigua casona Yucateca de finales del siglo pasado que obtiene su nombre por una serpiente de la región que “visitaba” regularmente las ruinas de la propiedad. 
Detrás de su fachada colonial, esta vivienda alberga cuatro habitaciones y un departamento tipo estudio, con un total de 315 metros cuadrados de construcción.

Al acceder al recibidor, nos da la bienvenida una antigua lámpara de hierro fundido —muy común de observar en las casonas decimonónicas de la ciudad— que cuelga de las vigas metálicas originales y que junto con las viguetillas de madera en color blanco engalanan los altos techos de la residencia.

La sala, en tonos pasteles, cuenta con mobiliario moderno y casual, integrando vegetación y obras de arte, como un juguetón Timoteo en la mesa central y un cuadro de Pedro Friedeberg sobre el sofá, coronando el espacio. El tapete de mosaicos de pasta en color gris, son rodeados por un borde de piso en color blanco antiguo que se une a la cocina y al comedor a través de tres antiguas puertas coloniales que fueron reutilizadas, tal cual se encontraron, conservando su carácter y su valor histórico.


La cocina, con recubrimientos en pasta y cuarzo, cuenta con una reinterpretación de las antiguas campanas yucatecas sobre la estufa. Las lámparas colgantes, de
Axoque Studio, armonizan el espacio y se integran al mobiliario de madera como los bancos de tzalam y al comedor, el cual que fue traído desde Mozambique, país donde residieron los propietarios neerlandeses antes de establecerse en la península yucateca.

El comedor se conecta a la terraza por medio de un ventanal, generando una sensación de amplitud y claridad donde las visuales se fugan hacia los exteriores.  Es en este último espacio donde por medio de la decoración y el mobiliario, convergen las tres culturas con las que se identifican los propietarios, la mesa, su centro de mesa, y el tambor, fueron traídos desde Mozambique, así como los patrones en tela que envuelven dos sillas Utrecht del diseñador y arquitecto neerlandés Gerrit Rietvelt. Sobre el sofá descansa un cuadro del artista mexicano Fernando Andriacci y del lado opuesto destaca como elemento decorativo una cabeza de vaca adornada con cuentas del arte huichol y justo debajo una tradicional bicicleta holandesa con los colores de la Prinsenvlag.

En el patio central, una piscina de chukum rodea los vestigios en piedra de una antigua estructura colonial donde un gran árbol de álamo genera con su fronda un espectacular juego de luces y sombras, creando la atmósfera perfecta para albergar una cocina al aire libre.




La parte pública y privada de la casa se conectan simbólicamente por medio de la barda perimetral que juega con dos texturas diferentes, por un lado, tenemos la albarrada de piedra original en la parte inferior, y en la parte superior un muro nuevo con acabado de
chukum, enlazando el pasado con el presente.

La volumetría de la parte posterior de la propiedad se lee como un diseño totalmente disruptivo con respecto a la parte histórica de la residencia en donde los escalones al segundo nivel (donde se encuentran dos habitaciones y una terraza) fungen como como eje visual y como elemento escultórico, convirtiéndose en el sello distintivo de su arquitectura por su dinamismo.

El “serpenteo” con el que inician las escaleras de Casa Houlpoch toma como inspiración la milenaria escalinata del antiguo templo de Kukulkán (Serpiente emplumada y dios en la mitología maya) en Chichén Itzá, donde en cada equinoccio se puede observar como la deidad (formada por efectos de la luz y la sombra que se genera), desciende desde la parte superior del templo.

Con un diseño mucho más sencillo, la recámara principal en el primer nivel, cuenta con una cabecera hecha de pisos de pasta sobre la cual descansa un cuadro de Neon Caron. Las visuales desde la cama, se fugan hacia los exteriores gracias al uso de ventanales en dos extremos opuestos del espacio, el primero con vista a un jardín interior y el segundo que se oculta por completo en los muros, con vista a la alberca y a los jardines tropicales.

Fotografía: Tamara Uribe








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