Proyecto finalista de la categoría Habitacional menor de 150 m2 del XI Premio de Interiorismo Mexicano PRISMA.
El proyecto responde al hipercrecimiento de Todos Santos, BCS, a través de una arquitectura
sustentable, resiliente y en sintonía con el contexto natural y urbanístico. Es
un lugar de descanso, reflexión y vida cotidiana que participa del diálogo
entre el desierto de Baja California y el océano Pacífico.
Está compuesta por cuatro
módulos (cubos) de una planta e iguales dimensiones: una sala con cocina y tres
habitaciones con baños individuales. Cada uno de los cuatro cubos se integra al
exterior a través de un cancel corredizo que hace de fachada. Desde adentro, es
una ventana y un pasaje hacia una arquitectura de geometrías que se desdoblan
en el desierto y el mar. Desde afuera, los canceles reflejan y multiplican las
estructuras y el paisaje al ritmo del sol, las sombras y la luna.
El elemento unificador de
la casa es una cimbra de concreto ligeramente teñida con un "rosado
atardecer." La cimbra acanalada funciona como estructura y acabado al
mismo tiempo. Las canaletas aportan geometría y ritmo visual a los espacios
interiores y exteriores. Al mismo tiempo, las paredes funcionan como aislante
de temperatura en un desierto que en minutos pasa del calor al frío. En las
fachadas, la cutícula acanalada genera sombras para reducir el calor durante el
día. En una región sísmica y expuesta al cambio oceánico, el concreto se
convierte en refugio.
Las puertas de las
unidades y de las áreas de máquinas están hechas con las cimbras originales de
acero provenientes del colado. El reciclado del desecho de obra aporta
sustentabilidad y una dimensión estética única al proyecto.
Respondiendo a las
mansiones de tres plantas que proliferan desde Cabo San Lucas, el minimalismo
de Casa Santos quiere pasar desapercibido. Tampoco quiere aislarse tras una
barda. La casa se integra a una comunidad trazada sobre un eje con tres patios:
uno mirando al amanecer, el patio central donde todo apunta a un árbol endémico
y un patio occidental signado por la alberca y el solario.
Casa Santos se abre al
desierto, a las villas colindantes y a los espacios comunitarios. Al mismo
tiempo, se convierte en espacio de silencio e intimidad.
Fotografía: Jaime Navarro
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