La oportunidad de diseñar este templo, ubicado en el Estado de México fue una nueva y muy grata experiencia para todo el equipo.
El templo se encuentra en
conjunto con un edificio de vivienda y comparte accesos completamente
independientes al edificio. Hacia la fachada de la calle, es un edificio sobrio
y discreto, con una fachada modulada en cristal y granito negro, con un ritmo
que permite la entrada de luz natural hacia la circulación vertical.
En planta baja se encuentra el
área para hombres, hay mesas de estudio dobles y todo el espacio es muy
flexible, evitando los elementos fijos para lograr cualquier configuración que
se necesite. Hay un generoso espacio con doble altura que conecta con el
segundo nivel, donde llevan a cabo sus actividades las mujeres, y con un gran
domo localizado en la parte central del edificio que permite la entrada de luz
natural y enmarca toda la vista y sentido hacia el Haron Hakodesh, lugar donde
se guarda la Torah, el espacio más importante del diseño del templo.
En planta alta se encuentra el
área de balcón para las mujeres y un área abierta para tomar clases cuando es
necesario aumentar la capacidad para recibir a un mayor número de asistentes. También
se encuentra la oficina del Rabino del templo, así como una bodega y una cocina
que da servicio a los desayunos. Ambos niveles cuentan con servicios de baños y
área de café.
Los libreros que se hicieron
con diseño especial recibieron particular atención en este proyecto, se hizo un
registro detallado por dimensiones para lograr los espacios adecuados para
recibirlos, además de las consideraciones para su manejo y conservación.
El resultado es un espacio muy
elegante, revestido con materiales muy cálidos, que además de considerar la
intensidad del tráfico, transmiten la serenidad y paz necesaria en el recinto.
La selección incluye piedra natural, un mármol travertino gris, pisos de
porcelanato, y madera de encino. La iluminación tiene un papel muy importante,
es una combinación de luz natural y artificial por medio del diseño de cajillos
con luz indirecta.
Fotografía: Jaime Navarro
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