La música y los pregones de comercios de todo tipo adquieren más volumen y pierden claridad. La calle de Justo Sierra en la Ciudad de México recupera su silencio al llegar a la Plaza Loreto, una de los más entrañables espacios públicos, remanso entre el trajín de vendedores, turistas y locales.
En ese escenario —tan cercano al zócalo
de la gran metrópoli— muchos edificios de la zona siguen la inercia de una
decadencia colectiva, un destino desafortunado: años de abandono, ocupaciones
comerciales, o falta de visión y confianza en la potencia de una arquitectura
dispuesta a reactivarse y convertirse en un inmueble digno, sobre todo vigente.
Una de esas construcciones,
rompe esa similitud que parece un destino obligado. Se trata de un edificio de
planta baja activa con dos locales comerciales y cuatro niveles de
departamentos coronados por un roof garden que se desborda hacia el exterior y
que posee una de las vistas más privilegiadas de la Ciudad de México.
El inmueble,
intervenido por Boué Arquitectos, se encuentra entre las calles del Carmen y
Loreto, y de él sobresalen una serie de balcones, vegetación y un acabado
pétreo en color rosa que lo hace destacarse de sus vecinos, al mismo tiempo que
la disposición de los materiales reivindica un gesto de integración y
contraste: la continuidad de las alturas en fachada o el segundo ciclo de vida
de un edificio responsablemente intervenido.
Entre los
beneficios de la detallada reactivación de este inmueble, bajo una perspectiva
de índole habitacional, se encuentra el hecho que les ha permitido a sus
creadores promover la reactivación de un pequeño fragmento de la calle de Justo
Sierra provocando el ordenamiento comercial que se da en ella. Al interior, la
recepción corona siete patios –conectados por el sistema de circulaciones
verticales y horizontales— que ordenan la configuración de ocho departamentos
por planta, hasta llegar a la parte superior donde se encuentra un festín de
terrazas con una gran pérgola y cubierta que, es quizá uno de los sellos
distintivos del inmenso roof garden, que se fusionan con el gimnasio y
los servicios.
Esta lógica de
usar estos fragmentos de patios rectangulares como espacios para encapsular
cada terraza, favorecen un sistema flexible de usos en la que cada usuario
puede configurar sus amenidades con hamacas, salas o asadores, ya que la
vegetación existente condiciona la privacidad sin
interferir en la posibilidad de contemplar el horizonte metropolitano.
El patio
posterior, así como la fachada principal, garantizan que todos los departamentos
cuenten con iluminación y ventilación natural, pero también permiten escuchar
los sonidos de la ciudad que poco a poco, al caer la noche, se reducen dejando
espacio a un silente refugio dentro del más activo epicentro de la Ciudad de
México.
Fotografía y texto: Marcos Betanzos
en fachada no comulga con el entorno, el cual debería de ser respetado
ResponderEliminarGerardo: Muchas felicidades, buen proyecto...buena realización
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