Este
espacio es un claro referente que destaca en el paisaje urbano como una vía
alterna que le ofrece al huésped un servicio de alojamiento de perfil
contemporáneo. Se ingresa desde una vía primaria y de inmediato nos encontramos
en un espacio vívido y sensorial.
Los sugerentes acentos de color en las
luminarias de forma cilíndrica en las áreas generales invitan a adentrarse cada
vez más en un ambiente pleno de matices y texturas.
Uno de los retos de este proyecto consistió en agregar valor a los espacios interiores del antiguo edificio por medio de diseño y materiales de última generación. Se aprovechó la potencialidad de los vacíos en el inmueble para utilizar estructuras metálicas forradas de lona impresa con motivos que destacan con la entrada de la luz natural, impidiendo la vista entre las habitaciones.
Se decidió conservar los árboles en
la acera, integrándolos mediante el contraste con los colores llamativos de la
fachada y una potente iluminación. La distribución de las habitaciones ya
estaba realizada por lo que se hicieron algunas modificaciones con algunos
elementos como el fajódromo que se tuvo que integrar al muro para optimizar el
espacio.
Detalles
que expresan lo vivificante de la metrópoli desde el exterior. Formas rectas en
contraste con formas curvas en materiales inusuales. Un recorrido
exterior-interior que puede realizarse una y otra vez. El bar es un salón de
encuentro que aunque se presenta amplio, convoca al acercamiento.
Fotografía: Arturo Chávez
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