El diseño configura un espacio, en donde el vacío de materialidad y
formalidad permite ver las montañas y el océano Pacífico todo el tiempo,
mientras se descansa, se baña en la regadera o se está en la cocina. Se observa
a través de ella y con ella. No existe la forma de despegarse del paisaje. La
expresión formal a través de una geometría dura y escultórica que se despliega,
significa un segundo hogar en el Mar de Cortés para ellos.
Se encuentra en Cerritos, Baja California Sur, una pequeña población entre
la Paz y Cabo San Lucas. Pertenece al municipio de Todos Santos es un pueblo
mágico en la falda de la Sierra Laguna. La localidad de Cerritos, ha sido construida
en consecuencia del desarrollo de complejos turísticos sin ordenamiento ni
identidad por ser una playa atractiva para nadar y surfear. Sus residentes
fomentan la actividad artística y cultural tejida con sus orígenes. La
localidad conserva parte de su herencia minera en algunas construcciones de
tabique rojo y chimeneas de humo en medio del desierto.
La aportación de los clientes, una pareja de Austin Texas, Estados Unidos, es
parte fundamental. Laura es amante de las montañas y su misterio, encuentra
fascinación en escalar montañas. Nick es surfer, de profesión chef, incorpora
una mezcla de sus raíces méxico-americanas en su cocina. Nick nombró Casa
que da a esta vivienda haciendo una traducción de la actividad de
“dar” como una expresión culinaria.
La continuidad geométrica de la obra se desdobla en sus fachadas de forma
alegórica (imposible descifrarla en una sola cara), entre planos es derivada de
la posibilidad de conectarse continuamente con el paisaje, que nunca termina,
que continúa y se funde con otros paisajes es una relación constante entre la
montaña y el mar. El rompimiento geométrico se da con el lenguaje establecido
formalmente por las pocas edificaciones circundantes. De forma mezclada con el
desierto y su color “choya” (planta del desierto) Casa que da se postra
de forma sobria en el paisaje.
La casa está construida con block de concreto, el material más accesible de
la zona y recubierta en su exterior e interior con cemento y pigmentos naturales.
Esto permite apreciar la casa como una escultura monolítica, y a la vez controlar
la sensación térmica ante el intenso calor. El uso de la celosía de tabique
hace alusión a la materialidad que algún día tuvo el pequeño poblado. La madera
de la carpintería es de rosa morada, un árbol de la zona. La utilización de materiales y técnicas constructivas
de la zona permite conservar y promover la identidad de la localidad.
La celosía formada por piezas circulares, son piedras de molino de maíz
(nixtamal), que llegaron México a través de los conquistadores españoles. Estas
piedras de molino de maíz son una apología de la propuesta culinaria con base en
el maíz que tiene el chef Nick. Las piedras
para el molino de nixtamal son redondas y con hendiduras con un rayado
perfecto para ser utilizadas. Como parte esencial del molino, se encargan de
triturar el maíz hasta convertirlo en la masa perfecta para hacer tortillas u
otros alimentos. Las piedras talladas crean un juego de
luz y sombra, filtrando la luz solar y generando patrones en el interior.
El programa arquitectónico se desarrolla en 170 m2 de la
totalidad del terreno de 2,000 m2 con orientación favorable a los
vientos y al atardecer. En la planta baja se encuentra una cocina abierta, sala,
comedor, terrazas exteriores, áreas de servicio, dos recamaras y dos baños
completos, orientados de tal forma que la vista al mar y las montañas la
atraviesen constantemente.
La comunicación a la planta alta se realiza mediante una escalera exterior
que lleva a la terraza principal que tiene una vista de 360 grados del paisaje
donde comienza y termina la montaña. La escalera esta adosada a la casa,
cubierta por una celosía de tabique que devela un juego de luces y sombras en el
recorrido.
El despliegue de sus planos permite observar dentro de la casa el paisaje
incorporarlo a lo habitual y cotidiano. Su ubicación permite tener vistas hacia
el mar y hacia las montañas además la posición perpendicular al sol permite un
juego de volúmenes geométricos con la luz solar hacia el interior. Expresa en
continuidad sus gestos arquitectónicos con la intención de recorrer la casa, como
se recorren las montañas, las olas del mar y donde el atardecer penetra en
todos los rincones del espacio.
Fotografía: Miguel Ángel Vázquez Calanchini
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