Una casa de campo que ofrece a sus habitantes un espacio que integra la vegetación existente y la arquitectura contemporánea respetuosa de la naturaleza y de las tradiciones, pero al mismo tiempo innovadora y que indica claramente que la arquitectura y la naturaleza pueden convivir sin imponerse.
El proyecto busca la conexión de la arquitectura con el
mundo natural, una conexión donde el edificio abraza el paisaje y viceversa, una
conexión donde la arquitectura se somete al entorno natural y este se entreteje
en una retícula que genera espacios abiertos y cerrados y permite que la
vegetación existente permanezca, se integre y se vuelva parte primordial de la
nueva edificación.
Una residencia alejada de la ciudad y diseñada para una
familia que busca olvidarse de la vida ajetreada de la ciudad y a cambio ganar
la tranquilidad de la vida pacífica que le ofrece una comunidad rural ubicada a
20 minutos de la ciudad de Mérida.
Enclavada en un vasto terreno de 15,000 m2 el proyecto se
inscribe en un área de 610 m2 delimitados por una plataforma que se eleva 90
cm del terreno natural y define el área intervenida por la arquitectura, creando
un universo propio, diferenciado del resto del contexto con un juego de muros
que atrapan la vegetación existente y que al mismo tiempo crea ventanas para
enmarcar la belleza natural de sus alrededores.
Los 3 volúmenes con un tejido de trabes de concreto colado en
sitio descansan sobre dicha plataforma generando un patio central que los vincula
y da lugar al entorno domesticado donde conviven la vegetación preexistente y
la retícula generadora del proyecto, es aquí donde la vida al exterior de los
habitantes transcurre en un ambiente único, ya sea relajándose en la piscina, disfrutando
del bosque artificial y natural donde pueden colgar sus hamacas o simplemente escuchando el sonido natural de
aves y las ramas de los arboles o el de la fuente que se ubica dentro del patio
central.
El programa
arquitectónico contempla en un sólo nivel el área privada en el volumen oriente
con 3 habitaciones y un cuarto de costura mientras que el volumen norte alberga
el área común con el recibidor, sala y comedor ligados al volumen poniente con
la cocina, terraza, bar y áreas de servicio.
La paleta de
materiales conformada de piedra de la región, aplanados de cemento bruñido y
pisos artesanales de pasta busca el aprovechamiento de los materiales existentes
y los de proximidad, por supuesto complementado con grandes ventanales de aluminio
y cristal que permiten transformar los espacios, de completamente cerrados a integrados
con el entorno. Con algunas excepciones se usan materiales de mayor dureza tal
es el caso de recubrimientos de mesetas de baños y cocinas donde se emplearon
mármoles y granitos.
Fotografía: Tamara Uribe
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