“No teníamos la esperanza de ganar el concurso lo
hicimos por gusto y llevando nuestras intuiciones al límite. Así pudimos dar
una respuesta provocadora, «desobediente,» sin compromisos que la
entorpecieran.”
Richard Rogers sobre el concurso del Centro Pompidou
Un
nuevo concurso ha provocado nuevamente la euforia de los arquitectos, dentro
del proyecto para renovar el parque de Chapultepec se plantea hacer un nuevo
jardín etnobotánico contiguo a la fuente de Tláloc. El concurso incluso ha
silenciado por un tiempo algunas voces que se manifestaban abiertamente en contra
del proyecto del parque y hoy participan gustosos en tan esperado evento
arquitectónico. ¿Por qué los arquitectos exigimos que todo se concurse? ¿Por
qué no hemos tomado en serio el tema e ir a la base de todo, modificar la ley
de obra pública para que la figura del concurso sea legal?. ¿Será el concurso
de ideas el medio ideal para hacer todos los proyectos de obra pública?.
Por
ley la Obra Pública y todos los servicios relacionados con la misma deben
licitarse, esto es concursarse bajo parámetros de competencia económica y
capacidad técnica. Hay un monto muy bajo para poder hacer una asignación
directa de estos servicios, alrededor de los 350 mil pesos, y luego existe la
licitación por invitación hasta a tres interesados, con un tope de alrededor de
2 millones de pesos, y posteriormente la licitación pública abierta nacional
para montos arriba de esta última cantidad. Esto es ideal para definir al
constructor de cada proyecto pero no así al arquitecto que lo diseñará. Con
esto siempre se ha corrido el riesgo que el proyecto sea asignado al despacho
que haya cobrado más barato y no necesariamente al que desarrolle el mejor
proyecto; y esto cuando se licita el proyecto ya que en el peor de los casos
los proyectos son desarrollados por departamentos internos de las secretarias
de Obras Públicas locales con resultados muy cuestionables en cuanto a la
calidad arquitectónica. Como muestra de que el proceso actual no es el ideal
basta ver la mayoría de la obra pública producida en este país en los últimos
años. Se vuelve imperiosa la necesidad de generar mecanismos que garanticen que
el proyecto a construir sea el más adecuado para resolver el problema y que
aporte valor agregado a la comunidad
donde será construido.
El
concurso de arquitectura, cuando se da, sucede gracias a la buena voluntad de
las partes y no siempre se realiza en condiciones ideales para que
efectivamente el mejor proyecto sea el que se construya. Aunque se han
desarrollado mecanismos y protocolos para su realización por diversas
instituciones e interesados en el tema estos no son homogéneos y no siempre son
tomados en cuenta por la autoridad al pie de la letra, ya que son modificados a conveniencia de factores ajenos a la arquitectura. Además con el rezago de este
país en material de obra pública nos topamos con diversos tipos de urgencias en
la realización de los proyectos, que están ligadas a los períodos de duración
de cada gobierno ya sean trienales o sexenales. La duración de la construcción
ya esta tan justa que tomarse el tiempo suficiente para llevar a cabo un
concurso y posteriormente desarrollar el proyecto no permite que el proceso
completo entre en el período gubernamental establecido. Es por esto que, al ser inamovible el tiempo de construcción se improvisa en los tiempos para
desarrollar los proyectos con los resultados tristes que conocemos.
Si
tanto nos importa que la obra pública se concurse deberíamos planear una acción
coordinada para que desde los organismos que legalmente nos representan, los
colegios de arquitectos, se hagan las modificaciones respectivas a la Ley de
Obra Pública y Servicios Relacionados a la Misma, se modifiquen leyes auxiliares
a esta y se cree la nueva Ley de Concursos de Anteproyectos para la Obra
Pública, esta última muy necesaria para dejar definidos de manera legal los
mecanismos para llevar a cabo los concursos de arquitectura. La propuesta debería
ser la siguiente:
- Convocar a los profesionales interesados y que hayan participado en concursos, licitaciones y asignaciones directas para recabar su experiencia al desarrollar cada proyecto, es importante conocer los pros y contras del tema.
- Formular un documento único de procedimientos para llevar a cabo un concurso de arquitectura que cubra todas las variantes de tiempo de acuerdo a los tipos de urgencias en las diversas tipologías de proyectos.
- Hacer la propuesta de cambio a los modelos de contratación de estos servicios a la obra pública y que se liguen a una nueva Ley de Concursos de Anteproyectos para la Obra Pública.
- Esta nueva ley debe tener escrito, términos legislativos, el documento de procedimientos para concursos. Además, deberá ser la guía para realizar la obra pública emblemática del país.
- Deberán establecerse otros mecanismos adicionales al concurso que permita poder dotar de proyectos arquitectónicos de calidad en tiempo acorde a la agenda de urgencias de obra pública e infraestructura del país.
- Revisar que otras leyes deben cambiar o ajustarse para que esto funcione, como por ejemplo la ley de Hacienda o la ley de Adquisiciones.
- Hacer un cabildeo importante para convencer a los legisladores, secretarios y autoridades involucradas de la necesidad de hacer estos cambios para lograr calidad en la obra pública.
- El modelo de contratación del arquitecto debe involucrarlo desde la concepción del proyecto hasta la supervisión y seguimiento del mismo durante la construcción.
Los
primeros interesados en que esto suceda somos los arquitectos por lo que de
nuestro gremio deben salir las propuestas. Con una buena Ley de Obra Pública
podríamos participar en todos los proyectos del país y con esto lograr que
todos sean de gran calidad arquitectónica para beneficio de todos los mexicanos.
Fotografías:
1.- Concurso MUSEO IMÁGENES DE LA ARQUITECTURA, proyecto finalista por Carlos Ortiz, Fernando Donís, Rogelio Peñaloza y Alberto Canavati. 1997.
2.- Concurso ZÓCALO 11 DE JULIO, proyecto ganador
por Carlos Ortiz, Felipe Muro, Ángel López y Cesar Garza. 2009.
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