El equipo de la firma Boué Arquitectos ejecutó un proyecto en uno de los barrios más populares y con mayor diversidad en el Centro Histórico de la Ciudad de México, con el objetivo de emprender un cambio por medio de la arquitectura
Por Marcos Betanzos @MBetanzos
La comunidad china es una de las más importantes y de mayor presencia a nivel nacional. Su historia, tradición, cultura y energía es reconocida en todas las ciudades del mundo. En la Ciudad de México, su barrio se localiza en el centro histórico sobre la calle de Dolores, característico por su oferta gastronómica, sus piezas ornamentales, su música, sus aromas y una arquitectura detenida por décadas, paralizada en el tiempo con un dejo de abandono e inacción.
Esta deuda pendiente por revitalizar y dignificar muchos de los edificios de vivienda que se encuentran en la zona, motivó al equipo de Boué Arquitectos a emprender uno de los más ambiciosos planes de transformación de un sector claramente distintivo de la ciudad a través de la arquitectura.
Este proyecto lidiaba con un edificio y una ubicación con las condiciones urbanas propicias no sólo para mejorar la imagen de la zona sino para generar nuevas relaciones y fortalecer los vínculos comunitarios existentes. Recuperar el barrio manteniendo intacta su estructura, repoblar el centro de la ciudad con vivienda acorde a las nuevas necesidades de ocupación, recuperar un callejón e integrarlo a su condición urbana como un espacio para el arte y la cultura; generar resonancia para motivar la repetición de estos proyectos.
Con esos objetivos trazados, la confianza puesta en la visión de inversionistas, el equipo de arquitectura y el potencial que un edificio venido a menos en el callejón de Dolores, se detonó el plan para revitalizar el edificio con el número 8, regresándole su uso como edificio habitacional. Se equipó mejorando sus condiciones de confortabilidad, haciendo de este arriesgado ejercicio una comprobación de hipótesis sobre la regeneración urbana en un centro histórico tan activo como el de la ciudad de México.
El plan contempló acciones de diseño en las cuales destacan: activar su planta baja con espacios comerciales, motivar nuevas formas de ocupación tomando en cuenta las ventajas de conectividad y servicios disponibles en esta zona de la ciudad, generar un oasis al interior del proyecto, atraer nuevos habitantes y posicionar la experiencia de vivir en el corazón de la ciudad.
El edificio, se presenta hacia la calle como una pieza poco llamativa, con balcones de herrería, vegetación y detalles que buscan generar armonías manteniendo el ritmo de las fachadas aledañas; en su interior el edificio busca convertirse en un refugio del bullicio de su contexto. Un recordatorio de la cultura mexicana, caracterizado por el color rosa, un muro de talavera, una fuente y un patio que acompaña el núcleo de circulación vertical con una serie de parteluces que garantizan privacidad entre los departamentos, cada uno de los cuales ha sido proyectado con un baño, cocina y sala-comedor y una habitación principal, teniendo como superficie promedio 35m2.
A diferencia del dominio de blanco en el interior de cada departamento, en las zonas comunes el rosa es un acento que acompaña los pasillos, el lobby, las escaleras y las zonas comunes como el gimnasio, el área de guarda de bicicletas, etc. Lo mismo sucede con la vegetación, siempre presente en cada nivel, ésta adquiere protagonismo en la terraza del roofgardenen donde se ha dispuesto de un asador, áreas de descanso, sala de tv y una increíble vista de la ciudad, de día o de noche la evocación de la ciudad revitalizada.
Fotografías por Marcos Betanzos
www.boue.com.mx
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