"Más vale entregar tarde y enamorar que llegar a tiempo con algo sin chiste"
Alfredo Noyola Fuentes
Por: Carlos Ortiz, arquitecto
Alfredo Noyola Vogel es mi amigo desde los noventas,
arquitecto, pintor, músico, diseñador de mobiliario, trotamundos, nos vemos con
poca frecuencia y nuestro contacto cotidiano se da más por redes sociales,
llamarle a su teléfono es una experiencia llena de incertidumbre ya que no se
sabe si esta en Sao Paulo, Hong Kong, McAllen o Monterrey. Hace unos días lo
contacté y para mi suerte desde que inició la pandemia se encuentra en la ciudad
experimentando con un proyecto de muebles desechables entre otras cosas.
Me
interesaba mucho hablar con él ya que este texto está dedicado a su padre, el
enigmático arquitecto Alfredo Noyola Fuentes a quien no tuve la suerte de
conocer personalmente, pero la poca obra realizada por él y sus innumerables proyectos no construidos son alucinantes y de gran importancia para la historia
arquitectónica de esta metrópoli.
Lo que leerán a continuación no tiene ningún
rigor académico, ni de investigación, es producto de una larga charla de café
una mañana calurosa de junio de este año con Alfredo Jr. Espero me de pie para
iniciar una documentación más precisa sobre la vida y obra de este interesante
personaje de la arquitectura regiomontana.
Alfredo Noyola Fuentes
Hace unos años un buen amigo dueño de agencias de
autos en la ciudad me llamó para que lo apoyara con el proyecto de una nueva,
cuando acudí a su oficina me comentó que ya otro arquitecto amigo de su padre
le había realizado un proyecto muy bueno, que les había gustado mucho pero que
la marca lo rechazó por no seguir ninguno de los lineamientos arquitectónicos
del manual de identidad. Sacó unos rollos de papel mantequilla de un cajón, y
al extenderlos identifiqué de inmediato a su autor: una serie de cilindros de
concreto emergiendo del suelo servían de base para sostener cada modelo de auto
que se vendería ahí. Ese era Alfredo Noyola, irreverente, atrevido, no seguía
cánones, para él solo valía su intuición y su genialidad a la hora de
proyectar.
Noyola nació en 1941 en la Ciudad de México, en el
seno de una familia de joyeros que viajó por el país y terminó asentándose en
Monterrey, quizás de ahí su manera artesanal de trabajar. Ingresó a la Facultad
de Arquitectura de la UANL junto a su hermano Carlos en los sesentas y casi
recién graduado fue invitado a Dubai para realizar una serie de proyectos de
los cuales se sabe poco, al parecer algunos se construyeron otros solo quedaron
en papel, papeles que estaban guardados en su rancho al sur de Monterrey que
por desgracia se perdieron por la humedad y abandono en un cuarto cerrado.
Alfredo Noyola construyó muy poco ya que en palabras
de su hijo era un “conceptualista”, proyectaba en papel de manera rigurosa pero
al parecer le interesaba más seguir proyectando en obra y de pronto los
proyectos tomaban rumbos que a él no le interesaban. Hizo mucha arquitectura
residencial “estrambótica” cilindros cortados, pirámides invertidas y todo tipo
acrobacias geométricas daban forma a sus proyectos. Tuvo una relación
profesional y de amistad con Eudelio Garza Lozano y Donald Leslie Cover que
duró muchos años e inició con una serie de casas de interés medio al poniente
de la ciudad muy cerca del penal del topochico.
Las casas tenían la
particularidad que su fachada era el número oficial de la misma, entrelazados
unos con otros haciendo un juego geométrico muy interesante. Posterior a esto Noyola
se convirtió en unos de los arquitectos de cabecera de Eudelio quien crearía
Grupo Inmobiliario Monterrey, desarrolladores de la plaza comercial más grande de
la ciudad: Plaza Fiesta San Agustín en la cual Noyola tuvo alguna participación.
Son de resaltar sus proyectos para el nuevo
Aeropuerto de Monterrey y el Centro de Convenciones sobre el Río Santa Catarina
por ser ideas que oscilan entre las formas del brutalismo, la audacia del
metabolismo japonés y las ideas excéntricas de oficinas como Superstudio o
Archigram.
El Centro de Convenciones era una serie de bloques que se
entrelazaban en forma de X en planta y se fijaban a la tierra entre la
fundidora de Monterrey y el Parque España sin tocar el lecho del río salvo por
un núcleo de circulación que llegaba al estacionamiento que ahí se había
propuesto.
Paradójicamente sus obras más conocidas y visibles en
la ciudad quedaron inconclusas. La famosa Casa de los Tubos, por muchos años
abandonada a media construcción desde los setenta, se convirtió en un símbolo
construido del sur de Monterrey, llena de leyendas urbanas inventadas con el fin
de alejar a los curiosos del lugar finalmente hace unos años Enrique Leal se
encargó de terminarla y adjuntarla a una residencia contigua que diseñó y
construyó. Y los condominios de interés social en el cerro de la campana,
abandonados en los ochenta se levantan en obra gris dominando el paisaje desde
la avenida las Torres, recientemente fueron usados como set de filmación para
muchas de las escenas de la aclamada película de Fernando Frías “Ya no estoy
aquí”.
Genio a veces incomprendido, a veces valorado nos
dejó un 17 de mayo del 2016 llevándose consigo una gran cantidad de
conocimiento sobre nuestra ciudad y su arquitectura y con muchas historias que
contarnos sobre sus ideas de como debía ser el paisaje construido de nuestra
ciudad.
*Agradezco la colaboración de mi amigo Alfredo Noyola Vogel, hijo de Alfredo Noyola por la charla y facilitarme las imágenes que
ilustran este texto.
Yo conocí al Arq. Noyola, un genio y un artista, su legado perdurará para siempre.
ResponderEliminarMi abuelo Don Guillermo Wulschner era muy amigo del Señor Noyola, muy buen arquitecto pero sobre todo excelente ser humano mis respetos.
ResponderEliminarExcelente arquitecto, trabaje para el varios años.
ResponderEliminar