Residencia de arquitectura funcionalista con el toque caribeño construida en los años 90 ubicada dentro de un fraccionamiento que conserva ese mismo estilo combinado con las tradiciones del lugar, la Ciudad de Chetumal en Quintana Roo.
Actualmente la casa es una extensión de la vida de la joven familia que la habita y disfruta de todos sus espacios. Las áreas públicas y las áreas privadas están perfectamente separadas y con la flexibilidad suficiente para poderse adaptar a las distintas actividades familiares y sociales, teniendo siempre como prioridad la intimidad de la familia.
El volumen con una puerta a doble altura da la bienvenida y el acceso hacia el recibidor que enmarca el área de la alberca, antes de llegar a la sala que está comunicada con toda el área social y el roof top.
Al recorrerla se disfruta poder ir descubriendo los espacios que la conforman y son el marco de las vivencias cotidianas. Se decidió reutilizar algunos de los espacios como las recámaras haciendo el mínimo movimiento estructural. En la antigua zona social se recortan las funciones y se abren los espacios para disfrutar de los interiores y exteriores difuminando las fronteras entre las terrazas, los jardines y la zona de la alberca.
La luz del día y de la noche abrazan a la casa,
sumándose a los materiales que la habitan, transformándola a lo largo del
día. En el proyecto destacan la limpieza de las líneas y los espacios en un juego de alturas en el que se hace evidente lo mínimo que es el resultado de lo que esencialmente se necesita.
Fotografía: Wacho Espinosa
IG: @jchmasarquitectos
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