Carlos, esta ciudad la arreglan con verde... tan gratuito y tan
barato...
¿por qué no lo han hecho?
Rafael Moneo
en su visita a Monterrey octubre 2019
Por: Carlos Ortiz, Arquitecto
Se cumple un año de la visita de Rafael Moneo a Monterrey con motivo de
su conferencia Magistral en el marco de la celebración de la XX Bienal de
Arquitectura de Nuevo León, tuve el gran honor de acompañarlo desde Obra Blanca
Expo, su primer evento en la Ciudad de México, y compartir tres días con él en Monterrey
como su anfitrión. Rafael tenía especial interés por lo urbano, luego de
conocernos en casa de José Luis Cortés lo primero que me pidió fue que le
platicara de Monterrey, de su historia, como evolucionó urbanamente y por que
están donde están. La hora y media de trayecto hacia el aeropuerto me escuchó
pacientemente mientras yo intentaba bosquejarle la ciudad desde que Diego de
Montemayor la fundó en 1596.
|
Zócalo 11 de julio, Tijuana, Baja California Norte
|
Al llegar a Monterrey me pidió no usar las típicas vías rápidas para ir
a su hotel e hicimos un recorrido que inició por las colonias populares
cercanas al cerro de la silla, pasamos por el nuevo estadio de fútbol,
recorrimos la zona residencial de Contry y finalmente llegamos a Valle Oriente
en San Pedro Garza García. Fue justo al pasar por la colonia Azteca en
Guadalupe que le pareció fabuloso ver justo a mediodía tanta gente en la calle,
observó que la ciudad tenía buena estructura y que, a su parecer, solo requería
de “verde” para ser una buena ciudad. Nos podría parecer que su observación fue
muy gratuita, sin la profundidad de una reflexión nacida de un análisis
profundo del fenómeno urbano regiomontano, pero todo indica que es la base de
donde debemos partir. Recuerdo que en algún congreso de la UANL le preguntaron
a un investigador español sobre cual debería ser el plan para Monterrey y
contestó que no sabía pero que por lo pronto empezáramos colocando banquetas y sembrando
árboles.
Una buena ciudad se articula por medio de su espacio público, en este se
da la vida urbana, se generan los encuentros que permiten a la sociedad
interactuar, expresarse, disfrutar, convivir y hasta protestar. Aquí el ser
humano como peatón es lo más importante por lo que la ciudad y sus
construcciones responden a él, aquí no hay programa lo que sucede es
circunstancial y gracias a esto su potencial de generar sociedad es infinita.
Lo construido toma sentido y se hermana gracias a la capacidad articuladora del
espacio público. Una ciudad sana es una ciudad bien articulada por medio de su
espacio público. Ante la falta de este, la gente de manera natural busca
generarlo mediante el uso de lo que hay, de las condiciones precarias del
espacio residual que la ciudad ha dejado entre las vías del automóvil y sus
edificios. La actividad humana se da a pesar de su ausencia, pero en estas
circunstancias la gente añora salir de ahí para desplazarse en las vías
motorizadas, encapsulados en automóviles que por años han deshumanizado las
ciudades y en especial la nuestra.
|
Manto de la Libertad, Monterrey, Nuevo León
|
Monterrey desde los sesentas se ha pensado para “articularse” únicamente
con el automóvil: desapareció el tranvía del centro, se crearon ejes viales
como el de Calzada Madero desapareciendo precisamente la calzada, en muchas
calles se redujeron las banquetas al mínimo, aparecieron nuevas avenidas como
el anillo vial que forma la avenida Gonzalitos donde el concepto de banqueta
cambio por el de “botallantas” y la ciudad se expandió sin control. A mediados
de los ochentas las vialidades de Monterrey fueron consideradas de las mejores
de latinoamérica y por supuesto que funcionaban muy bien ya que para menos de
tres millones de habitantes se contaba con seiscientos mil vehículos. Pero hoy,
en los veintes del nuevo siglo se cuenta con dos millones quinientos mil
automóviles y cuatro millones de habitantes con las mismas vialidades.
A pesar de todo esto, en el espacio residual que dejó el modelo enfocado
en el automóvil se logra dar la actividad humana como pudo constatarlo Moneo,
muchos de nosotros no lo vemos ya que desde la persepectiva individualista que
nos plantea el carro las personas que se desplazan a pie pasan desapercibidas.
Es momento de repensar la metrópoli tomando como base el caminar del ser humano
y regresar las banquetas y calzadas al lugar donde desaparecieron, crear nuevos
espacios peatonales que articulen los edificios construidos y así sus puertas
de acceso principal que nadie usa tengan sentido, permitir por encima del
automóvil sistemas de movilidad alternativa y usar todo espacio residual para
darle sentido a la ciudad haciéndola accesible y utilizable por el peatón.
|
Andador La Huasteca, Santa Catarina, Nuevo León |
La ciudad sigue discutiendo sobre aumento de densidades, sobre aumento de
coeficientes de uso de suelo, sobre lo que pide el mercado inmobiliario en
términos de rentabilidad y ganancia y nos olvidamos de que lo más importante es
un buen proyecto de plantas bajas en toda la mancha urbana. Si la planta baja
de nuestra ciudad está bien resuelta lo que pase por encima de ella puede tener
diversos matices, cubriendo variados intereses consensados sin afectar el bien
colectivo. La urgencia esta ahí: en empezar arreglándolo con verde, tan
gratuito, tan barato.
Imágenes: cortesía del autor
Foto: Edna Garza
IG @c.ortiz.2
FB Carlos Ortiz
No hay comentarios:
Publicar un comentario