Por Rafael Bautista
Partiendo por resguardar el carácter del sitio y tomando como principal objetivo para desarrollar Casa Salvador, los despachos hicieron eco al árbol de cuchunúc —característico de San Fernando, Chiapas— quien emplazó y marcó la transición esencial del proyecto.
El uso del árbol y el suelo es solo simplicidad natural del sitio, ya que reflejan un tono rojizo que dramatiza la época de flor del cuchunúc al caer sobre este tipo de arcilla. Convirtiendo al espacio en poesía visual —concepto que no se podía desaprovechar—.
El proyecto emerge plásticamente del suelo, los materiales empleados responden a una paleta de colores sepias, que a su vez delatan la honestidad constructiva de la vivienda. Las zonas íntimas se dividen y la zona social se integra a un solo cuerpo y función.
Para enaltecer el contexto de vivienda, se dispuso un corredor a modo de pasillo central —elemento característico de las viviendas de campo— y no como acceso primario. En él se desfogan las bajantes pluviales que alimentan al tanque de almacenamiento de agua y poder utilizarla como uso doméstico.
Casa Salvador deriva también del nombre de su propietario, quien es veterinario y comparte su día a día con sus mascotas —tomados en cuenta para el desarrollo del proyecto—. En la casa se colocaron pequeños huertos que aprovecharán las lluvias durante y después de cada época.
*Con información cortesía de Apaloosa Estudio de Arquitectura y Diseño
Fotografía por Carlos Berdejo Mandujano
www.apaloosaarquitectos.com
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