Generando una idea original para el hotel y debido a la región en la que se encuentra, se evoca en su diseño a un tipo de roca caliza característica de Yucatán, ofreciendo al huésped la sensación de estar en un lugar definido.
Al interior se agregó variable cantidad de rocas que, junto con el entorno, se muestra una vitalidad detrás de sus vanos que surgen desde el desplante arenoso y alternan con agua, vegetación y otros materiales.
Un patrón de arriates cilíndricos y el entorno urbano articulan el edificio, mismos que se transforman en una celosía de concreto que aumenta de dimensión y escala al alcanzar los niveles en las habitaciones. Aquí las ventanas hacia el sur se remeten reduciéndose para dosificar la incidencia del sol tropical. Mientras que en el norte se presentan francas, ofreciendo toda su vista al horizonte. Las caras orienten y poniente son las más asoleadas, reservándose para los remates visuales de las circulaciones que son protegidos por un juego de cartelas sobresaliendo al exterior.
Inundado por la luz natural atenuada por una serie de parteluces horizontales se define el motor lobby, sobre sale un alero que da la bienvenida al visitante para marcar el acceso al vestíbulo principal integrado por un gran vacío de 7 niveles de altura.
Los ambientes creados al interior fluyen en un juego cambiante de dimensiones, escalas y luminosidad que mantienen a los huéspedes en descubrimientos constantes de espacios, experiencias interiores y contactos paisajísticos con el exterior.
Los motivos marinos del hotel se manifiestan con las celosías, falsos plafones o fotografías en gran formato que reciben a los huéspedes al abandonar los elevadores en los pisos de las habitaciones.
El equipo de Duarte Aznar Arquitectos vinculó un sitio a través de serie de factores y escenarios para armonizar todo este hotel.
*Con información y fotografías cortesía de Duarte Aznar Arquitectos
www.duarteaznar.com
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