Por Marcos Betanzos @MBetanzos
Ubicado dentro del primer cuadro del Centro Histórico de
la Ciudad de México, en la calle de San Ildefonso, casi haciendo esquina con la
histórica calle de República de Argentina, se localiza este proyecto de
rehabilitación que ha emprendido Boue Arquitectos.
El proyecto al reaparecer y retomar su vocación
como edificio de vivienda, busca contribuir a la revalorización de su paisaje
urbano y las iniciativas estratégicas que se han dado en el, por medio de
diversos proyectos de peatonalización, movilidad y recuperación del espacio
público. Su ubicación privilegiada colmada de un sinfín de edificios
pertenecientes a diversos estilos arquitectónicos se suma a zonas arqueológicas
declaradas monumento nacional y destinos turísticos obligados que narran la
identidad de nuestro país a través del tiempo. La oferta gastronómica, sus
museos, sus librerías y la atmosfera de un centro histórico único enmarcan la
experiencia de habitarlo para sentir el pulso de una gran ciudad.
Sin embargo, es la dualidad entre comercio y turismo la
condición de mayor desafío que presenta este sector ya que gran parte de la
riqueza arquitectónica se encuentra amenazada al subutilizarse como espacios de
resguardo comercial. Paulatinamente, pero ha comenzado a revertirse esta lógica
y esto es parte de la apuesta de este proyecto que ha devuelto su planta baja a
la actividad de la calle de San Ildefonso habilitando dos nuevos espacios
comerciales, y tres niveles de vivienda en donde se han configurado diversos
tipos de departamentos. En su interior se cuenta con lo indispensable sin
escatimar la comodidad: una o dos habitaciones, baño, sala –comedor y cocina.
Bajo la idea principal de optimizar el espacio sin hacer sacrificios de confort, el arquitecto Gerardo Boué —director de la firma— y su equipo desarrollaron un proyecto que cuenta con un lobby principal en planta baja, un patio central al que se le ha incorporado una fuente que recorre todos los niveles del edificio y acompaña el núcleo de circulación vertical (elevador y escaleras principales). De este modo se conectan todos los departamentos y se aíslan del ruido exterior logrando que la fuente sea el elemento sonoro que ambienta cada uno de los espacios interiores. Así el proyecto corona la parte superior con una terraza abierta y un centro de amenidades: gimnasio, servicios, asador, un salón principal y el roofgarden con una vista privilegiada de la Ciudad de México, éste es sin duda el espacio de convivencia más atractivo del proyecto.
Esta recuperación exitosa que contó con el aval de
dependencias oficiales se mesura en acabados y en detalles arquitectónicos
poniendo como punto de énfasis la arquitectura en su distribución original, la
optimización de recursos y la sencillez de gestos constructivos en muros y
plafones en color blanco, beige y acentos de color negro en la herrería.
Correspondencias francas a los edificios aledaños y su discreta presencia. Tres
elementos acentúan un gesto de ruptura por medio del color: la vegetación que
colma las vistas desde el patio central y su tratamiento en piso, un mural en
el lobby en color dorado y el abundante jardín del roofgarden que acompaña una
jacaranda exterior que domina la calle de San Ildefonso.
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