Ubicada en la calle de Uruguay entendió perfecto este concepto y se presenta con una imagen que invita a descubrirla. Se adaptó el andén de carga de uno de los magníficos edificios, que alguna vez fueron el distrito financiero de la ciudad, para presentar una atmósfera contemporánea muy atractiva que satisfaga el gusto de los capitalinos
El
centro histórico de la Ciudad de México ofrece una gran variedad de opciones
para propios y ajenos. En los últimos años la imagen de esta tradicional zona
de la ciudad ha cambiado privilegiando al peatón y creando una nueva atmósfera.
La actividad comercial se ha visto beneficiada con esta transformación y para
estar acorde las nuevas propuestas gastronómicas tienen que llegar con el
perfecto balance entre comida, diseño y servicio.
El
proyecto fue creado por el equipo de Miguel de la Torre Arquitecto quienes
quisieron tomar como eje principal algún elemento de la cocina tradicional
mexicana que le diera personalidad y fue la pala de madera el accesorio
seleccionado para darle forma. Los elementos repetitivos son ya una
característica de los proyectos del arquitecto Miguel de la Torre y en este
proyecto en particular funcionaron muy bien ya que la única forma de que
cualquier receta —sobre todo el mole negro, especialidad de la casa— quede bien
es repetirla hasta dominarla, un detalle que se aprecia por todo el espacio.
El
local tiene 350 m2 de los cuales 200 se destinaron para la atención a los
clientes y el resto para cocina y servicios. El restaurante está totalmente
abierto hacia la calle para aprovechar el intenso tráfico principalmente
durante el día. El color que predomina es el negro y en el muro de lado derecho
se hizo una textura colocando 10 mil palitas de madera de piso a techo que
además de dar movimiento le suman la calidez de este material natural
imprescindible en la cocina mexicana.
El
local está dividido en tres grandes áreas. Un salón al frente en una gran caja
de vidrio que genera el área para fumadores, un salón en la parte posterior y
finalmente una barra de 30 metros de largo que une ambos espacios. El
aprovechamiento de las dimensiones del local permiten que el comensal tenga
la percepción de que está en un espacio
muy amplio y particularmente largo, objetivo que se logra por la ubicación del acceso principal
que se encuentra en un pasillo del lado derecho que corre a lo largo de todo el
proyecto. La cocina está al fondo y parcialmente abierta hacia el salón para
percibir la operación.
Fotografías por Jorge B. Garrido / DrCalavera
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