Un refugio familiar donde siempre se encuentra sosiego y calma.
Chicxulub es un área costera
continuación de Progreso, en Yucatán. Desde el siglo pasado, esta región ha
albergado las casas de playa de los habitantes de Mérida que suelen pasar la temporada
veraniega en la playa. El espíritu de Chicxulub y Progreso ha estado siempre
enmarcado por lugares sencillos y avocados más a la experiencia del mar que a
un pronunciamiento de derroche arquitectónico.
En el terreno de este proyecto existía una casa de la
década de los 50, con un estilo limpio que jugaba con la idea de pórtico,
columnata y la losa horizontal generando una vocación en común con el horizonte
del mar. Desde entonces, esta casa de 7 habitaciones había sido utilizada por
una familia de 7 hijos, que, con el paso del tiempo, incluyó mas generaciones
requiriendo un espacio para más de 40 personas.
El proyecto inició con una adición de 9 habitaciones a la
casa existente. La edad de la casa antigua, su daño estructural por huracanes y
la corrosión obligó a tener que reemplazar la casa por una totalmente nueva. Se
respetó su estilo buscando llevarlo a generar nuevos umbrales y una vivencia
más prolongada del espacio exterior.
La casa se presenta ante el visitante como un umbral que
invita al descubrimiento y ante la playa como una línea que contesta al
horizonte del océano. La arquitectura utiliza un lenguaje básico y con un
delicado juego de volúmenes, vanos y superficies que denotan la sombra, mapean
tiempo y enmarcan vistas. La losa continua y los ritmos de las columnas generan
pórticos que abrazan terrazas para cada habitación dotándoles de vistas al mar
o a los jardines.
Las
habitaciones se dispusieron para formar un patio interior tipo hacienda, que
enmarca el cielo, provee una experiencia íntima y protege de los vientos del
norte que caracterizan a la temporada de invierno.
Tragaluces, pérgolas y remetimientos juegan con la
profundidad acogiendo la sombra viajera del día y la luz pacificadora de la
noche. Las aperturas entre los volúmenes que generan el patio permiten la
circulación cruzada del aire que en conjunto con la piedra del lugar y el
chukum respiran la sal. El proyecto no persigue un estilismo visual sino el
conjunto de experiencias sensoriales a través de sus recorridos.
Fotografía: Jaime Navarro y Ricardo López Ortíz
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