De Portada: Hacienda Chicxulub por MATERIA + Gustavo Carmona


Un refugio familiar donde siempre se encuentra sosiego y calma.

Por: podio @podiomx

Chicxulub es un área costera continuación de Progreso, en Yucatán. Desde el siglo pasado, esta región ha albergado las casas de playa de los habitantes de Mérida que suelen pasar la temporada veraniega en la playa. El espíritu de Chicxulub y Progreso ha estado siempre enmarcado por lugares sencillos y avocados más a la experiencia del mar que a un pronunciamiento de derroche arquitectónico.

En el terreno de este proyecto existía una casa de la década de los 50, con un estilo limpio que jugaba con la idea de pórtico, columnata y la losa horizontal generando una vocación en común con el horizonte del mar. Desde entonces, esta casa de 7 habitaciones había sido utilizada por una familia de 7 hijos, que, con el paso del tiempo, incluyó mas generaciones requiriendo un espacio para más de 40 personas.

El proyecto inició con una adición de 9 habitaciones a la casa existente. La edad de la casa antigua, su daño estructural por huracanes y la corrosión obligó a tener que reemplazar la casa por una totalmente nueva. Se respetó su estilo buscando llevarlo a generar nuevos umbrales y una vivencia más prolongada del espacio exterior.



La casa se presenta ante el visitante como un umbral que invita al descubrimiento y ante la playa como una línea que contesta al horizonte del océano. La arquitectura utiliza un lenguaje básico y con un delicado juego de volúmenes, vanos y superficies que denotan la sombra, mapean tiempo y enmarcan vistas. La losa continua y los ritmos de las columnas generan pórticos que abrazan terrazas para cada habitación dotándoles de vistas al mar o a los jardines.

Las habitaciones se dispusieron para formar un patio interior tipo hacienda, que enmarca el cielo, provee una experiencia íntima y protege de los vientos del norte que caracterizan a la temporada de invierno.

Tragaluces, pérgolas y remetimientos juegan con la profundidad acogiendo la sombra viajera del día y la luz pacificadora de la noche. Las aperturas entre los volúmenes que generan el patio permiten la circulación cruzada del aire que en conjunto con la piedra del lugar y el chukum respiran la sal. El proyecto no persigue un estilismo visual sino el conjunto de experiencias sensoriales a través de sus recorridos.

Fotografía: Jaime Navarro y Ricardo López Ortíz





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