Un proyecto sobrio que juega con líneas, volúmenes y materialidad, sacando provecho del contexto natural y concluyendo en una obra que adopta una vivienda moderna para transformarla en espacios de trabajo.
El proyecto nace de la intervención a una edificación
preexistente ubicada en la Ciudad de México, convirtiéndola en un espacio de
trabajo, con las premisas marcadas y la mirada atenta a las preexistencias.
La solución de diseño retoma una estructura habitacional en
desuso y la recicla en un proyecto que se integra con su frondoso entorno natural
inmediato, rompiendo con la hegemonía de muros altos detrás de los cuales se
esconden las casas vecinas, para establecer un diálogo coherente que trascienda
las limitantes físicas del proyecto.
Las variantes en la profundidad de planos, ofrecen al entorno
una fachada viva, donde la actividad del interior se adivina gracias a los
filtros visuales que conceden intimidad al interior del proyecto.
La dualidad interior-exterior rompe con la rutina de su
contexto, ofreciendo un lienzo de texturas donde el concreto y granitos macizos
dan paso a la levedad del metal y ligereza de tejidos plásticos. Hacia el
exterior, la vivienda se asoma sin invadir, mientras en el interior se abre
exponiéndose sutilmente, equilibrando volúmenes que se insertan en el territorio.
Este intercambio de planos y materiales se lleva al interior
permitiendo la versatilidad de espacios a través del movimiento de mamparas
corredizas de largo recorrido y lambrines conformados por polines de madera que
contrastan en calidez y complejidad con la sobriedad de recubrimientos pétreos
y el concreto aparente de los cerramientos.
Una nueva escalera, resuelta a base de tiras de herrería que
se desenvuelven, reactiva el espacio en que se encontraban las antiguas, lo que
dio oportunidad de resignificar la vivencia de las circulaciones con una
experiencia de carácter escultórico.
El patio de acceso marca los límites de la construcción que
junto a los espejos de agua y vegetación orientan el recorrido debajo de una
cubierta larga y suspendida. El programa en planta baja se configura dejando
una condición privilegiada para los espacios de trabajo hacia el jardín. Los
espacios interiores del primer nivel tienen terrazas contiguas y vistas al
exterior entre y a través de una fachada conformada por un tejido de cables
plásticos que se mimetizan e integran con la espesa vegetación de los árboles
existentes.
Las terrazas y ventanales permiten la óptima ventilación,
iluminación y contextualización del exterior hacia el interior. En el último
nivel el proyecto ofrece una vista por encima de sí mismo y el horizonte
arbolado desde un roof garden que lleva a un plano superior la introspección,
pertenencia y pertinencia del mismo.
Fotografía: Rafael Gamo
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