Relanzar una
prestigiosa marca y preservar su esencia en una tienda que proyecte una
atractiva imagen.
Por Jerónimo
de la Mora
Un clásico
que llegó para quedarse. Todo está a la vista, todo está en su sitio; la gama
de productos de la marca dispuesta sobre maderas claras protagoniza el acento
de color. “¿Cuál me llevaré?” Es como elegir entre un gran racimo de globos de
colores. Da gusto entrar a la tienda y ver que la famosa playera Lacoste del
cocodrilito se sigue fabricando. Siempre imitada, jamás igualada.
El espacio se
vive amplio y luminoso. La gran mezzanine, primera en su tipo en México, está
rodeada por una escalera que integra su diseño a la imagen de la marca y le
confiere dinamismo al recorrido de la tienda. Con la aprobación de la casa
matriz en Francia, el mayor reto de la firma Rima Arquitectura fue que el
diseño expresara contemporaneidad y realzara las cualidades de los productos.
No hay
sombras, no se percibe ningún rincón oscuro. No hay que solicitarle al vendedor
un modelo determinado; todo está lista para probarse. Uno transita por el
espacio de forma relajada y encuentra lo que busca. La tienda preserva y refleja
su espíritu original: una accesibilidad absoluta todo el tiempo.
El elegante
marco oscuro de acceso a la tienda se integra al perfil del centro comercial y
al mismo tiempo invita a conocer el interior. La atemporalidad de Lacoste ha
sido un reto de relanzamiento internacional; los arquitectos Ricardo Urías y
Rodrigo Espinosa han respondido con un proyecto que le otorga al espacio un factor
de atracción visible desde el exterior.
Fotografía por Frank Lynen
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