La Visual de... Concursos de ideas, la superficie como método.

Con la mediatización de la corriente ideológica del republicano Donald Trump rumbo a su candidatura presidencial y su obstinado discurso xenófobo que reitera su intención de construir un muro a lo largo de la frontera entre México y Estados Unidos, un concurso de arquitectura (Building the Border Wall) ha hecho de su discurso principal, un motivo para reflexionar en torno al papel de los medios de difusión de la práctica arquitectónica tanto como el valor de los concurridos concursos de ideas en todo el mundo.



Texto Marcos Betanzos @MBetanzos
La propuesta –abierta naturalmente a todo el público- que lanza el sitio web www.buildingtheborderwall.com aparece en el escenario de la especulación profesional como un efectivo constructo para enmarañar la visión ante los límites de la broma, el análisis, la crítica o la superficialidad de todos los actores involucrados que forman parte de un sistema social contemporáneo basado en el consumo y la mediatización. El pretexto: la arquitectura y sus creadores.



Quien convoca sabe bien que el universo de los arquitectos está efectivamente hambriento y que un concurso de ideas (otro más) puede aplacar ese insaciable apetito por figurar o querer brindar soluciones desde nuestra endogámica profesión. Si el pronóstico no falla, más de un arquitecto aceptará  participar en el diseño de un sinsentido, en la resolución del absurdo absoluto dejando para otro momento todo cuestionamiento razonable en torno al valor del objeto que se pretende construir y las verdaderas intenciones de quien oferta este ejercicio en tan citada coyuntura. Puede etiquetarse de inocente o de optimista a quien no pueda diferenciar entre crítica e ironía, entre sarcasmo y mofa. Y si para Trump es cosa sería, ¿por qué no podría ser para un buen número de arquitectos entusiastas? Es indudable que detrás de una convocatoria de este tipo hay más que una expectativa por ver cómo los arquitectos pretenden resolver los males del mundo.




La farsa da sus señales, pero suma a la confusión el esbozar en el concurso, los nombres de personajes ilustres como Luis Barragán, Jhon F. Kennedy, Frida Kahlo, Bukminster Fuller, o Mies Van der Rohe.




Vale la pena recordar el ejercicio que realizó en su momento Ai Weiwei con Ordos 100 y sus fantásticos resultados documentados en el video del mismo nombre, el cual me valió de plataforma para el desarrollo de #BORDOS100 y me hizo merecedor de más de un regaño de colegas por atreverme escribir mal el nombre del artista chino en mi carta invitación, yo decidí que quien convocaba se llamara Ay Güeywei; sin embargo, hubo quién nunca comprendió el argumento detrás de tal inconsistencia ortográfica.




Lo cierto es que los concursos de ideas siguen concluyendo como un sin sabor –la mayoría de las veces- y un ejercicio más superficial que profundo, más de ocurrencias que de ideas. Un territorio más proclive a charlatanes astutos que un verdadero campo de reflexión. Al menos eso parece resumir la percepción de muchos colegas que ven, por ejemplo en el resultado del concurso para el Pabellón del Eco de este año o el resultado del concurso Arquine fallado meses atrás, como otra variante de humor y la reducción simplista de las soluciones arquitectónicas más que la expansión de nuestras fronteras proyectuales. ¿Una aplicación para controlar el espacio desde el teléfono móvil, una mesa para reunirse a conversar?




Yo veo en esos ejercicios el valor de la provocación, cierta dosis de aire fresco, un desafío para hacer una pausa y renunciar a lo superfluo más que para sumarse a la inercia del carrusel que exige proyectar lo que no amerita ser proyectado. Quizá esto sea un síntoma de que los concursos de ideas han dejado de ser una verdadera catapulta para cuestionar los límites de nuestra profesión y toda la plataforma que constituye su sistema de producción. ¿Son entonces el gesto inútil de nuestro pensamiento en una profesión que parece inevitablemente rendida a la labor superficial o un instrumento que retrata la forma en cómo percibimos nuestra realidad?




“This is the competition´s challenge: To bring creativity and innovation to bear on the idea of a border Wall and, in so doing, expand the boundaries of the current debate beyond sound bytes, statistics and unrealistic monetary figures.
¿Quién le entra?


Relación de Imágenes
1,2,3,4 Tomadas de www.buildingtheborderwall.com
5, SAMI Arquitectos
6, Museo del Eco



*Marcos Betanzos (Ciudad de México, 1983) es arquitecto, fotógrafo y articulista independiente. Becario FONCA 2012-213 por su proyecto #BORDOS100 y miembro del Consejo Editorial de la Revista Domus México, América Central y el Caribe

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