Un trabajo dual entre mob y SAMA arquitectos dio como resultado un lugar mítico donde se entrelazan elementos arquitectónicos del México actual con el del siglo pasado
Fusionando
elementos históricos de nuestro país esta dupla creó un espacio interior con
una atmósfera elegante —como las que se vivían a finales del siglo pasado—
donde el romanticismo y la elegancia gozaban de sus tiempos de auge. Este proyecto
incluye materiales naturales como madera, barro negro, vidrio y mármol que integran
un ambiente único para los visitantes.
Ubicado en
un lugar que goza de una maravillosa vista al bosque de Chapultepec, este
inmueble cuenta con mobiliario de madera como taburetes tapizados en piel,
sillas con respaldo de mimbre y superficies con arreglos geométricos
—inspirados en la arquitectura y elementos gráficos prehispánicos— que destacan
los acabados del lugar, como los lambrines y plafones de madera. Para el piso
de Chapulín se utilizaron losetas artesanales hechas por mujeres oaxaqueñas en
el taller dirigido por el escultor y ceramista mexicano Adán Paredes. En el
área del vestíbulo se instaló un mosaico caleidoscópico digital, creación del
artista visual Ignacio Rodríguez Bach y la cava que alberga los vinos y
mezcales es una estantería de madera que se extiende sobre los muros. Al centro
se instaló un exhibidor que es iluminado por un elegante luminario suspendido,
estos elementos reciben a los comensales a primera instancia.
Ya dentro,
la zona del bar destaca armoniosamente con el resto del lugar, gracias a su
diseño en mármol, granito y vidrio. Posteriormente se adecuó el área para
comensales, esta al ser la más amplia, se dividió en zona interior y de terraza,
ambas permiten la vista panorámica de la zona boscosa de Chapultepec por medio
de un ventanal permeable abatible que permite la ventilación e iluminación del
lugar.
En el extremo izquierdo se encuentra la cocina, además de que se adaptó
un pequeño cuarto comedor para el chef e invitados especiales, y así mantener
una relación más directa entre ambos. Este lugar cuenta con un techo abovedado
que fue cubierto por un entramado de azulejos —esmaltados en tonos blancos y
negros— que forman un patrón de repetición que se extiende hasta los muros del
infiernillo. Al lado opuesto se instaló el salón privado para eventos íntimos,
este cuenta con un comedor de madera que es acogido por un plafón que alude la
geometría de las pirámides templos precolombinos, al final de este lugar se
encuentra una estancia que permite el acceso a la terraza y al espejo de agua.
Fotografías
cortesía de mob
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