Hoy en día pareciera que recibir el Premio Pritzker es sinónimo de fama mundial inmediata. Se cree quela arquitectura que se premia sentará las bases para las tendencias futuras y que el afortunado en recibir el premio será catapultado al Olimpo inmediatamente
Sin
embargo las cosas no son así, o tal vez no lo eran hace unos años. El
renombrado premio no busca crear estrellas, en realidad el jurado está buscando
aquellos arquitectos que, en su labor cotidiana, aporten al que hacer
arquitectónico con acercamientos inéditos, la búsqueda es la de nuevos aires.
En
nuestro reciente viaje a Colonia dediqué un momento a visitar un edificio que,
por una cosa u otra, no había visto con calma. El WDR Arkaden fue diseñado por
Gottfried Böhm, galardonado con el Pritzker en 1986, y construido entre 1991 y
1998. Después de interminables trámites con el gobierno de la ciudad y los
vecinos se pudo levantar este emblemático edificio en una zona muy céntrica de
la ciudad. Es importante recordar que Colonia quedó devastada después de la
segunda guerra mundial y que el proceso de reconstrucción ha significado crear
una nueva ciudad en los últimos 60 años.
No
es difícil suponer que este inmueble ha causado grandes polémicas, es evidente
que la propuesta es lanzada y sin dudas estéticamente agresiva. Han ya pasado
15 años desde su terminación y más de 20 desde que el diseño original se
concibió. Lo que me queda poco claro en este momento es si una propuesta como
esta resistirá el paso del tiempo, hoy en día lo encuentro claramente atrapado
entre dos tiempos.
Para
mí la WDR Arkaden es un gran gemido a los cuatro vientos del duro parto que ha
significado el rompimiento entre el modernismo y los espacios contemporáneos.
Ver esta propuesta es como detenerse y comprender lo que el momento del
rompimiento significó y lo que los protagonistas del momento quisieron dejar
claramente marcado en el espacio urbano, una declaración contundente sin duda.
Fotografías por Lorenzo Díaz
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